Gracias a la Sub 17 no nos hemos vuelto locos con los temas del futbol. Mantas que amenazan de muerte en el Estadio de Chivas, como si no tuviéramos suficiente con la violencia real y cotidiana.
"Europeos" salvadores en otros tiempos, han sido convertidos por la sentencia popular, en chivos expiatorios.
Reclamos arbitrales a montones de técnicos que pretenden distraer sobre lo sustantivo: sus equipos se juegan la clasificación en la última jornada, principalmente por mediocres.
El Atlante, hace unas decenas de meses el campeón refrescante de una nueva tierra de conquista, Cancún, hoy un equipo desahuciado, que arrastra el prestigio y la tradición en un caída libre irreversible. Chivas y Pumas sin capacidad de reacción, sin rumbo, sin jóvenes como los que solían fabricar y exportar.
Dos entrañables organizaciones cuyos dirigentes no saben ni por dónde empezar los cambios de fondo. Pero mañana a las 9 de la mañana, México podría estar instalado de vuelta en una Final de Copa del Mundo infantil-juvenil.
Caso contrario al que ocurre con los mayores, los argentinos no se sienten ni se saben favoritos. México lo es, en base a funcionamiento, calidad individual y mentalidad. Parecen un nivel arriba de los pamperos. Pero el reto ahora de Raúl Gutiérrez, una vez recuperada totalmente la estima, es no dar por hecho el triunfo anticipadamente y volar la confianza.
Argentina tiene siempre jugadores jóvenes con el oficio, la técnica y convicción para darle batalla a cualquiera. El reto de los mexicanos estará en imponer el estilo de juego que les conviene, porque es muy probable que veamos a los argentinos con un futbol frío, calculador y reservado.
A la espera quizá, de atreverse conforme se hayan asentado y México no les haya hecho daño. Se acabaron los "peros justificantes" hace tiempo entre las nuevas generaciones de futbolistas mexicanos. A ver.
jalarcon@ reforma.com
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