El sueño futbolero de alguna época pasada era ganarle a Brasil. Mejor aun que ganar la lotería. Y si era en una Final gloriosa, más impactante que casarse con Liz Taylor.
Resulta que un día de aquellos el sueño se hizo realidad: se le ganó a los brasileños y en fechas más recientes, en una Final. De Confederaciones, de Copa oro, de Juegos Olímpicos.
Mañana se presenta una nueva oportunidad. La Sub 17, encargada de salvar algunos deseos reprimidos, juega en Emiratos Árabes contra la Verdeamarelha.
¿Qué tiene este equipo verde para encantarnos y tenernos pendientes de el?
Básicamente, los resultados que al ser victoriosos, hacen parecer muy guapo al 11 tricolor.
También un poco de suerte en algunos momentos específicos del certamen y mucho de ánimo para reponerse de un 6-1 en contra frente a Nigeria en el debut.
El Tri ha mejorado en cada partido, aunque ahora volverá a enfrentar un componente que le hace tanto daño como el arsénico: la velocidad.
Brasil, con dos ausencias importantes (su delantero más productivo y un mediocampista mixto competente) se ha mostrado hasta ahora como suele hacerlo cuando prende las luces: artístico, armónico, rápido, goleador, imbatible.
Aunque eventualmente, como contra Rusia, le cueste abrir el marcador para terminar demoliendo, tiene más puntos fuertes que débiles. Al Tri le corresponde sin embargo atacar estos últimos.
Principalmente son dos: la mentalidad que con alguna frecuencia le traiciona y la poca costumbre que tiene de ser atacado.
Su arquero respeta la tradición brasileña de estar por debajo de la calidad del resto del equipo y sus centrales le hacen segunda: buenos para salir jugando, pierden coordinación y descuidan la marca.
Para que México pase a Semifinales debe en efecto corregir algunas irregularidades: así como a ratos da gusto verlos tocar de primera, acompañarse y hacer la pelota pequeñita, en otros se desconecta, equivoca los pases y comete chambonadas incomprensibles.
Se dice que a esa edad, cuando no se ha alcanzado la madurez física y futbolística, eso es normal. También lo es perder partidos importantes por esas causas.
Raúl Gutiérrez sabrá leer al rival y a los suyos mejor que nadie. Es una de sus grandes virtudes la de no dejarse llevar por la emoción.
Según lo dijo terminando el duelo frente a Italia, su equipo no jugó como debía en lapsos. Querrá decir esto que no ha llegado al tope futbolístico que el "Potro" ha logrado con sus dirigidos.
Veremos sí mañana es el día y el futbol mexicano vuelve a soñar despierto después de tantas noches de insomnio.
No sería la primera vez.
fjgonzalez@mural.com
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