Segundo duelo contra Argentina.

Tras lo presenciado el pasado viernes en Córdoba cabe preguntar qué podemos esperar del juego de mañana en Mendoza.

Guillermo Ochoa nos dijo terminando el primer juego una de esas verdades que generalmente no sabemos escuchar: el nivel de la Selección Mexicana está lejano al de su doble rival y hay mucho que hacer para remediarlo.

En Argentina el futbol se vive con gran pasión -a veces es festiva- desde la cuna.

Igual que los brasileños, los originarios de ese país tienen un gen que les inclina a las inclinaciones futboleras desde que llegan a este mundo.

Para practicarlo, verlo, analizarlo y vivirlo, tienen un componente cultural que les hace relacionarse naturalmente con este deporte.

Si agregamos que una de las maneras en que el argentino puede superarse, hacer dinero y conocer el mundo es a través del futbol, se explicará por sí misma esa cualidad aventurera y conquistadora que tienen a través de un corazón firme y su habilidad comprobada con los pies para demostrarlo.

No habrá muchas Ligas en el mundo que no tengan a uno o varios jugadores argentinos. Son tan famosos como su ganado, sus hombres de letras y sus psicoanalistas. Tienen cierta denominación de origen.

En México no gozan de tal prestigio nuestros futbolistas que son exportados a cuentagotas a los países en los que de verdad se pueden rozar con los grandes.

Cuesta trabajo que los contraten y más aún que se mantengan como titulares en los clubes a los que prestan sus servicios.

Una de las aseveraciones de Guillermo Ochoa hablaba de ese asunto. Ni tenemos tantos jugadores en el extranjero ni son tan buenos como los del país sudamericano sí ha colocado históricamente en los mejores equipos del mundo.

Eso no quiere decir que en un día determinado México no le pueda ganar a Argentina.

Los partidos están llenos de circunstancias y con un buen planteamiento se pueden acortar las distancias entre el grande y el mediano.

Para eso se necesita un trabajo colectivo, ejecutado casi de memoria, que evidentemente no tiene este equipo mexicano por sufrir una etapa de transición.

Con los cambios en el cuadro que hará Ferretti, en su partido de despedida como técnico nacional, habrá de intentar.

Su breve etapa como responsable del equipo nacional le permitió enfrentarse a adversarios importantes como Uruguay, Chile y Argentina, sin haber encontrado algún hallazgo que pueda dejar tranquilo al hombre que le hará el relevo.

Todo eso significa que la preocupación del Tri no debe consistir solamente en su nuevo enfrentamiento contra un equipo que es mejor, sino en lo que tendrá que hacer en próximos años para tratar de instalarse en una élite a la que nunca ha pertenecido.

Lo de mañana es sólo una válvula de paso hacia un futuro incierto.

 
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