Una foto suya tomado de la mano de Gerard Piqué dio la vuelta al mundo. Cuando una reportera le preguntó sobre su supuesta homosexualidad, le dijo: "trae a tu hermana y nos vamos los tres a mi casa". Lo llaman excéntrico y rebelde, problemático y peleonero. Él hace todo lo posible para confirmar esos prejuicios, dentro y fuera de la cancha. Su nombre significa "hecho de oro".
El sueco Zlatan Ibrahimovic lleva 327 goles en su carrera profesional (medio gol por partido que juega), pero los últimos días ha hecho seis para su mejor galería (dos de taconazo, otro de 25 metros). Pese a su calidad ha jugado solamente dos Mundiales y su participación en Brasil está en duda, tanto como la de su colega portugués Cristiano Ronaldo. Deberán disputar el Repechaje entre sí, y uno quedará fuera.
Hijo de padre bosnio musulmán y de madre croata católica, Zlatan lleva en su sangre la síntesis y la contradicción. En sus años jóvenes robaba bicicletas en Malmo, donde nació, y hoy es un hombre tan rico que, por ejemplo, no escatima en autos deportivos. Cuando Guardiola le dijo que no le gustaba que los jugadores fueran a entrenar en esos carros aceptó la orden a regañadientes, pero el día que se enteró que iba a estar en la banca dejó su Ferrari de 400 mil dólares estacionado en la puerta del club.
"Cuando llegué al Barcelona parecía que había vuelto al Ajax. Me sentía en la escuela. Messi, Xavi e Iniesta en lugar de súper estrellas parecían niños de escuela. ¡Eso era ridículo!", señala en su libro de memorias. Llama cobarde al entrenador porque cuando tuvo un enfrentamiento a gritos en el vestidor no le volvió a dirigir la palabra. Dice que Pep no sabe manejar personalidades fuertes. "Yo no soy violento, pero si fuera Guardiola andaría con cuidado".
Él cree que el futbol debe ser más natural y no tan planificado porque considera que el juego es un proceso espontáneo. "Yo puedo jugar en las 11 posiciones, porque un buen jugador puede jugar en cualquier puesto", ha dicho este delantero que, a pesar de sus 1.95 metros, posee una técnica digna de los más habilidosos.
En su carrera ha estado en el Ajax, Juventus, Inter, Barcelona, Milán y ahora en el PSG. A los 32 años, su valor en el mercado es de 30 millones de euros (lo vendieron al Barcelona por 57 millones de euros). Llegó a París hace poco más de un año y fue el goleador de la Ligue 1. Lo admiran tanto que un fanático parisino acaba de lanzar "Le Zlatan", una hamburguesa de 600 gramos, y que, según el restaurantero, ni Chuck Norris la terminaría.
"Ibra", como le llaman, tiene en su cuerpo más de una decena de tatuajes que marcan el mapa de su vida. Una parte dedicada a su familia: la fecha de los nacimientos de sus tres hijos, los nombres de sus padres y sus niños. La otra, a reforzar su carácter: un pez japonés que nada contracorriente, un gran dragón rojo, cinco símbolos budistas y un as de corazones.
El único en inglés lo presume en su torso, sobre sus costillas. Seguramente, es una respuesta a los críticos y a los que lo señalan: "Sólo Dios puede juzgarme".
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