Nada casual se antoja que la actual crisis de la Selección Mexicana coincida con la igualmente aguda de las Chivas y la que también atraviesan los Pumas.
Dos equipos que desde siempre se han distinguido por la cantidad de jugadores que permanentemente forjan y tarde o temprano aportan para el máximo representativo de nuestro futbol, padecen ahora un estado de emergencia tan alarmante como el de los tricolores.
Pero si tanto la crisis de los Pumas como la de la Selección están focalizadas en el 2013, la del Guadalajara desgraciadamente lleva varios años.
Torneo tras torneo los fracasos se van produciendo en cascada, y no se ve que alguien haga algo para revertir las cosas, para defender el tradicional prestigio de este popular equipo, tan deteriorado desde hace rato.
Decisiones viscerales y a destiempo, incapacidad para emprender verdaderos proyectos, para establecer el adecuado perfil del técnico que se requiere (ahí el principal requisito parece ser el de la docilidad con respecto a quien manda), menosprecio hacia futbolistas a quienes se trata y "motiva" como si fueran empleados vendedores de "productos para la salud".
Todo ese equivocado manejo, combinado con la irresponsabilidad y falta de personalidad de futbolistas que no entienden en dónde juegan, se ha ido permeando paulatinamente a la cancha al grado de hundir a estas pobres e ineficientes Chivas hasta las profundidades de la lucha por la permanencia en Primera División.
Porque en ese rubro puede estar tranquilo para el 2014 (con suficientes puntos por encima del Atlante), pero en la ya no tan lejana tablita del descenso para el 2015 el Guadalajara ocupa nada y más y nada menos que ¡el último lugar!
Así, desde hace varios torneos, lastimosamente, marchan estas desnutridas, alicaídas e indefensas Chivas rumbo al precipicio, emitiendo desesperados balidos de auxilio a los que debe responderse con urgencia.
Que por favor alguien las rescate y no permita que se produzca el definitivo derrumbe.
¿Quién se apunta?
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