Se agradece, cada vez que se descubre, la aparición de buenos escritores dispuestos a gomezjunco@elnorte.com Roberto Gómez Junco entrarle al tema del futbol.

Al menosprecio que por este juego han manifestado tradicionalmente tantos intelectuales, se opone y es bienvenida la postura que otros, sin empacho alguno, han asumido en los últimos tiempos.

Juan Villoro, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Manuel Vázquez Montalbán.

Por hablar solamente de destacados escritores que viven o vivieron su pasión por el futbol en castellano, y que han plasmado en su obra, en mayor o menor medida, la huella de este juego.

En esa categoría de grandes intelectuales que enaltecen al futbol está el escritor argentino Eduardo Sacheri, autor de magníficas novelas y cuentos en los que el asunto futbolero suele ser el hilo conductor.

Con "La Pregunta de sus Ojos", memorable novela llevada en el 2009 al cine como "El Secreto de sus Ojos" (premiada con un Oscar), Sacheri salió del ámbito argentino para irrumpir en el internacional.

Pero si en esa novela el futbol es solamente una referencia que enriquece a la trama, en Papeles en el Viento es el tema central, como lo es en el cuento "Memorias de un wing derecho" de Fontanarrosa, recientemente trasladado al cine como "Metegol", gracias al estupendo guión de Sacheri.

El futbol como pretexto para tocar asuntos más importantes, más esenciales, está también en sus innumerables cuentos que mucho se agradecen por todo lo que nos dicen.

Me van a tener que disculpar, Una sonrisa exactamente así, Fútbol de la mano, De chilena, Esperándolo a Tito, La Promesa, Jugar de 85, El cuadro de Raulito, La Vida que pensamos, ¿Qué cobrás?, No es tu culpa.

Junto con sus novelas, éstos y otros cuentos y artículos se han convertido en lectura obligada para quienes disfrutamos con la combinación del futbol inteligentemente percibido y la buena literatura para describir y profundizar en la gama de sentimientos y situaciones que ese futbol genera.

¿Y si nos ponemos a leer?

 
 
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