Mañana la Selección Mexicana juega uno más de esos partidos que no se sabe para qué sirven.

Al recibir en el regiomontano Estadio Universitario al máximo representativo del balompié tico, la flamante ensalada tricolor tratará de manifestarse en la práctica mejor que como se ve en teoría.

Con la base de jugadores de indudable nivel de Selección, pero con varias incrustaciones de elementos que todavía no alcanzan esa estatura, se le hará frente a este compromiso cuyo beneficio es, para variar, bastante cuestionable.

Si ya de por sí este tipo de partidos suele ofrecer un magro aprovechamiento como preparación para cualquier cosa, imagínense ahora que "el equipo de todos" atraviesa por esta especie de "limbo tricolor".

Con un director técnico provisional que debería ser el definitivo, y con la incertidumbre de quién será ese entrenador que a partir de enero inicie realmente el proceso mundialista, no es mucho lo que puede exigírsele a la escuadra mexicana.

La exigencia, en estos momentos y como en muchas otras ocasiones, debe ser enfocada hacia los de pantalón largo, incapaces de manejar con pulcritud el proceso de selección del director técnico, ya no digamos de acertar en la elección.

En el afán de "demostrar" que están trabajando en serio en la búsqueda del técnico, Yon de Luisa se animó a decir que han hablado ¡con 24 candidatos!, por medio de 15 "entrevistas presenciales" y nueve telefónicas; o algo así. Cuando en realidad, trabajar en serio, lo que literalmente significa EN SERIO, hubiera sido platicar a profundidad con cuatro o cinco verdaderos candidatos, y no contactar superficialmente a 24 (¿para inclinarse a final de cuentas por Gerardo Martino?).

Bajo esas peculiares condiciones, poco puede pedirse de esta Selección en este partido de mañana, en esta "pausa tricolor" entre el fallido ciclo mundialista anterior, y el siguiente que ni siquiera se sabe cuándo empezará.

Cosas de nuestro sui generis futbol... y de quienes lo dirigen sin saber a dónde.

 
Twitter: @rgomezjunco