Es increíble lo que en México y en todo el mundo provoca ese fenómeno social llamado futbol.
Tal es el impacto que en la sociedad tiene un simple juego, que urge un estudio a fondo realizado por especialistas en la materia, por sociólogos que intenten explicar los porqués de ese inusitado fenómeno.
Les guste o no el futbol como juego, como deporte-negocio-espectáculo, hace falta que los expertos en el comportamiento de las masas le entren de lleno al asunto para tratar de desentrañar sus misterios, motivaciones y consecuencias.
En resumen, determinar las causas que lo originan y las consecuencias que este fenómeno social del futbol tiene entre las distintas aficiones y los diferentes pueblos.
Porque no es cuestión de latitudes, ni de razas, ni de estratos económicos o sociales; a lo largo, ancho y redondo del planeta el fenómeno futbolero prolifera, extiende sus redes, entusiasma y apasiona más que cualquier otro y a veces confunde como ninguno.
Solamente en cuestión de religiones puede verse entre la gente el grado de fanatismo que también el futbol propicia.
Bienvenida sea en México la pasión por el juego como válvula de escape, como entretenimiento, como posibilidad de aspirar al triunfo de "su" equipo en la cancha para tanta gente acostumbrada a las derrotas cotidianas en más importantes ámbitos.
El problema surge cuando la desbordada pasión sin la necesaria educación conduce al fanatismo, cuando se confunde Patria con Selección, cuando se olvida que a final de cuentas éste es un simple juego, cuando casi casi se deposita en 11 futbolistas la posibilidad de ser o no completamente feliz.
En el caso de ustedes, estimados lectores, ¿en qué grado la asistencia o no de la Selección Mexicana a la Copa del Mundo afecta sus aspiraciones de felicidad?
Para quien las afecte un ápice, considérese parte de este increíble, incomparable, pero también incomprensible fenómeno social llamado futbol.
gomezjunco@mural.com
|