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SAN CADILLA
San Cadilla | 07-09-2018
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Un Lobo de 3 cabezas
 
Dicen que la pausa por la Fecha FIFA en lugar de que esté sirviendo para que se calmen las aguas en la cueva de Lobos BUAP sólo ha provocado que las aguas se enturbien más.

Me cuentan desde los rincones más escondidos de la Angelópolis que los sombrerazos están a la orden del día y que la cosa está tan chula que ni siquiera estamos hablando de dos frentes en conflicto, sino que tenemos tres.

Por un lado están los que aún le tienen fe a Francisco Palencia con todo y sus 4 puntitos de 24 disputados...

Luego tenemos a una facción que quiere poner en el banquillo al "Profe" Cruz, porque el horno no está para bollos, Lobos BUAP no puede darse el lujo de descender dos veces seguidas y José Guadalupe se pinta solito para evitar que eso suceda.

Y para rematar está un grupito que se está aventando la puntada de proponer que el nuevo técnico de los Licántropos sea Tomás Boy...

No sé si ganarían puntos en la Tabla del Apertura, pero los puntos de rating esos sí los tendrían seguros con El "Jefe".

Habrá que ver qué rumbo toman las aguas en las próximas horas, pero de que hay alboroto en la madriguera del lobo, lo hay.

 
 
Caliente desde 1990
 
Y ahora que Diego Armando Maradona viene a los Dorados, en donde va a requerir mucha, pero muuucha paciencia, si es que quiere superar la crisis del equipo, no está de más traer a colación una anécdota que me contó Edgardo Codesal.

El árbitro mexicano de origen uruguayo pitó la Final del Mundial de 1990 en Italia, un episodio por todos conocido ante la polémica marcación del penal que le dio el triunfo a la Mannschaft prácticamente en el último minuto del juego.

Pues bien, mucho antes de ese momento, Diego estaba hecho una furia porque durante la entonación del Himno Nacional de Argentina, casi todos en el estadio se pusieron a abuchear el canto patrio de los argentinos.

El repudio no era para menos, el "10" había sido clave para eliminar al anfitrión, pero además era el estandarte del Nápoles, el equipo sureño que en general no era muy querido en toda Italia, archirrival de la Juventus, asociada a la esfera del poder.

Maradona se la pasó gritando a las tribunas "¡hijos de puta!", encolerizado, fuera de sí, a tal grado de que en los instantes previos al inicio del partido, Codesal de plano se le acercó y le sugirió que se tranquilizara en el mejor de los sentidos.

El argentino simple y sencillamente no se estaba percatando de que los italianos, y peor aún, también los alemanes, lo tenían justo donde más les convenía. Estaba súper acelerado y el silbante quiso echarle una manita al autor de la "Mano de Dios".

Al final, el "10" hizo oídos sordos a la recomendación de don Edgardo y así le fue por perder la paciencia. De milagro no vio la roja.

Pero bueno, ahora El Diego aceptó la oferta de los Dorados, antepenúltimos del Ascenso MX y en una ciudad sin duda complicada para vivir.

 
 
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