Como se esperaba, Ricardo Ferretti le imprimió su propio sello a la flamante lista tricolor.

Para cumplir otra vez con su interinato, el director técnico que debería serlo de aquí hasta Qatar conformó una lista de 25 jugadores en la que llama la atención que prescindiera de seis o siete que hace tres meses parecían indispensables, que convocara al portero número uno, pero no al dos ni al tres ni al cuatro, y que incluyera a un centro delantero que ni en su equipo juega.

Y mientras se le siguen poniendo más o menos peros a esa lista, se juega la octava jornada de un torneo en el que varios equipos siguen "haciéndose los listos" porque así se los permite el sistema de competencia.

Equipos que no juegan como deberían considerando el potencial con el que cuentan, pero que saben perfectamente que con eso les alcanza para mantener incólumes sus aspiraciones de quedarse con el título de campeón en diciembre.

Equipos que saben que este torneo suelen ganarlo los más listos, los más pragmáticos o los más afortunados; pero no siempre los mejores.

Porque saben también que para los dirigentes lo demás es lo de menos mientras ese torneo deje buena lana; y amparados en esas facilidades otorgadas por el generoso sistema de competencia, van tranquilamente "campechaneándosela" durante 17 jornadas, conscientes de que la verdadera pelea por el título se entabla a partir de esa Liguilla de la que cualquiera de los ocho participantes puede alzarse como vencedor.

¿Y si los 18 competidores jugaran a tope durante cada minuto de cada uno de esos 17 partidos de la Fase Regular?

¿Y si fueran los protagonistas más profesionales y por lo tanto más consistentes en su desempeño?

¿Y si el sistema de competencia les permitiera clasificar sólo a CUATRO en lugar de a OCHO, para así promover más la búsqueda de la excelencia y solapar menos a la mediocridad?

En ese caso, por supuesto, tendríamos otro torneo, con diferentes listas y menos "listos".

 
 
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