Da para todo este negociazo llamado FUTBOL.

Ya sabemos lo que este deporte-juego-espectáculo-negocio implica como incomparable fenómeno social. Lo que propicia y provoca, ni propiciado ni provocado por ningún otro deporte.

Si acaso, sólo comparables las reacciones y los efectos suscitados por el futbol, con lo que en otra tesitura y entre distintos sectores suscitan algunas estrellas musicales o manifestaciones religiosas.

Ya no digamos cuando futbol y religión se conjugan misteriosamente, porque entonces se corre el riesgo de crear engendros como la "Iglesia Maradoniana".

Otra parte de este sorprendente, inigualable fenómeno social llamado FUTBOL, es la mercadotecnia que lo envuelve, lo seduce y lo proyecta hacia dimensiones insospechadas.

A partir de lo que se produce en la cancha, se generan con facilidad innumerables productos de consumo. Si de veras "le vas" a tal equipo, estás obligado a demostrarlo comprando sus playeras, banderines y similares, los boletos para el estadio y las cervezas que ahí vendan; y a verlo por la tele, claro.

Para satisfacer y mantener cautivos a esos fervientes consumidores, cada equipo, de acuerdo a sus posibilidades, debe incluir en sus contrataciones los correspondientes "golpes mediáticos".

A veces, incluso, contratar al que más venda afuera antes que a quien mejor podría rendir en la cancha.

El Cruz Azul se refuerza como cada seis meses, los Tigres ya no hallan cómo reforzarse, el América incrusta varias piezas nuevas, el Monterrey impacta más que los demás al contratar a Pizarro... y las Chivas no tienen con qué para producir impacto alguno.

En su momento el PSG sacudió el mercado futbolístico europeo al llevarse a Neymar, ahora el Barcelona se lleva a Vidal, el Real Madrid sigue buscando alguna figura... y la Juventus les gana a todos con la contratación de Cristiano.

Cosas de la mercadotecnia y de esos impactos mediáticos necesarios para seguir alimentando el gran negocio del futbol.

 
 
Twitter: @rgomezjunco