Siguen los distintos representativos nacionales de nuestro balompié haciendo lo que pueden con lo que tienen.

Y con lo que les dan para defenderse mejor en la cancha, que suele ser poco. Sin la capacidad para llevar a cabo auténticos proyectos de trabajo, sin una idea clara de lo que se pretende y de cómo conseguirlo, el rezago permanecerá y los fracasos seguirán produciéndose.

Fracasos estrepitosos como el de la Sub 21 en los actuales Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Muy distinto ese papel, por cierto, al brillantemente desempeñado en ese mismo certamen por la Selección Femenil Mexicana, que el pasado lunes se coronó como campeona y se quedó con la medalla de oro tras vencer en la Final a la escuadra de Costa Rica.

Pero ni siquiera ese logro inmutará a quienes toman las decisiones primordiales en el futbol mexicano, porque en realidad lo que hagan o dejen de hacer las mujeres no les preocupa un ápice a los dirigentes y a los dueños del balón.

Sus intereses y su dinero están invertidos en otras cosas y otros equipos. E incluso cuando éstos también fracasan en lo deportivo o siguen navegando en la medianía sin lograr nada sobresaliente (como acaba de suceder por enésima ocasión con la Selección Mexicana en la Copa del Mundo), lo que les importa a esos dueños de la pelota y a sus empleados sólo son las ganancias que quedan.

Mientras queden, y muy buenas, no sienten la menor urgencia por modificar las cosas, mejorar las estructuras, sembrar como se debe.

Ahora se dedican, para entretenerse un poco en su peculiar "futbol a la mexicana", a buscar al sucesor de Juan Carlos Osorio.

La mejor opción, Ricardo Ferreti, prefiere no serlo; y otras buenas alternativas son Matías Almeyda, Miguel Herrera... o voltear al extranjero como aparentemente están haciéndolo.

Ya que no saben cómo mejorar lo demás, a ver si por lo menos en esto le atinan.

 
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