"Yo no creo que podamos permitirnos cambiar nuestro juego sólo por un oponente en particular con el que jugamos". Roger Federer.
Primero se les indigestó el Morelia, luego Chiapas, después Chivas y ahora fue el Puebla.
El hecho de malograr nueve puntos de 15 disputados en el Universitario hoy tiene al equipo de Ferretti demasiado lejos de la punta.
Hasta la propia declaración del entrenador, cuando aún faltan siete partidos por jugar, generan un aroma luctuoso: "Espero que al final del torneo esto no nos cueste la eliminación".
En medio del fastidio, nunca falta el reclamo de toda la afición exigiendo variables. Y aunque para muchos pasó desapercibido, Ferretti inició jugando con un solo contención (Viniegra), dos interiores (Danilinho y Torres), un enganche (Lobos) y dos delanteros (Damián y Pulido).
Por desgracia, el reparto de las nuevas obligaciones sólo sirvió para imponer condiciones durante los primeros 30 minutos del juego.
Pero lo que aún es más increíble, es que después de 14 torneos al frente de los Tigres, su afición, como la mayoría de la prensa, todavía no entiende que la idea medular del "Tuca" nace de la correcta ejecución y nunca de las formaciones.
Ahora, si usted me asegura al 100 por ciento que con la incorporación de Lugo o Pacheco aparece la sincronía de pases en los compañeros restantes, entonces, sin duda, el estúpido sólo es el señor Ferretti.
Con un récord de 27 juegos perdidos de 126 al frente del equipo, quien afirme que la básica apuesta de dar y recibir el balón sin desperdicios no funciona, es un vil ofuscado.
Y si hoy estos mismos Tigres se ven de igual con equipos como Veracruz, Chiapas, Guadalajara o Puebla, por más vueltas locas que usted le quiera dar al análisis, tarde o temprano coincidiremos en un simple: "qué mal pasan el balón". Colofón que hasta el menos experto en el juego puede notar.
Del otro lado de la Ciudad, el Monterrey empieza a recuperar intensidad, valentía, audacia, coraje. Valores que se oxidaron en los últimos años, pero que ahora renacen en los frescos espíritus de Moreno, Madrigal, García, Acosta, Moreno y Gracia.
En los Rayados del "Profe" Cruz, paradójicamente, son los novicios los que le están poniendo la muestra a quienes salen a jugar con la vejez del recuerdo.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu. Y si fuera un defecto, es un defecto del cual el futbolista se cura demasiado pronto. ¿No cree usted?
PD: "Se dice que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad es uno el que las cambia". Andy Warhol.
Lo escrito, escrito está.
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