Nadie es indispensable. Nadie. Tras el primer despido, la primera lista de transferibles en un equipo, la primer renuncia, la primera partida o el primer círculo cerrado, bien vale la pena grabarse que no se es indispensable.
No es lo mismo ser cotizado que indispensable, no es lo mismo ser virtuoso que indispensable y mucho menos debería uno confundir el ser popular con indispensable.
Una de dos: o Carlos Vela es verdaderamente brillante y bien asesorado, con una estrategia clara para conducirse respecto a la Selección Nacional, o Carlos Vela orina fuera del recipiente una y otra vez sin darse cuenta. "Yo nunca he cerrado la puerta a la Selección... del todo"... "Si me buscan o yo los busco, hablaremos y ya luego se decidirá".
Vela estornuda y a la prensa mexicana le da gripe. De inmediato aparecen los traductores e intérpretes ilusionados con la posibilidad de que el cancunense haya escondido un "sí" en su declaración, como si fuera asunto de interés nacional.
Daniel Goleman en su Inteligencia Emocional escribe: "las críticas se expresan como ataques personales más que como quejas sobre las que se pueda actuar... los ataques airados tienen efectos como los de una pareja casada, quienes los reciben adoptan una actitud defensiva, dan excusas o eluden la responsabilidad... o se bloquean, evitando el contacto con aquellos que consideran agresores... Los atacados se vuelven tensos, furiosos y hostiles... después se niegan a colaborar... Con demasiada frecuencia la gente critica sólo cuando las cosas se descontrolan".
Caben las líneas de Goleman no solamente en Vela, sino en los seleccionados nacionales que han rechazado las convocatorias o quienes ya no han sido tomados en cuenta. Precisamente porque la situación se encuentra descontrolada y, por un lado, el que no funciona de inmediato es culpable y, por otro, el que juega bien dos partidos es el probable salvador, en una manifestación que solo demuestra desesperación.
Las ausencias se extrañan, se lloran, se recuerdan con nostalgia, se homenajean y hasta se canonizan, pero no detienen el tiempo.
Ahí están los casos de Joao Rojas en un Morelia muy efectivo con y sin él; América con y sin el gran "Chucho" Benítez que QEPD.
Hoy, más que nunca, nadie es indispensable y eso debe tenerlo en cuenta el huelguista, el que perdió el piso, el exitoso y los propios jefes. La velocidad del mundo y nuestra fugacidad deben al menos hacernos conscientes que si nos extrañan hoy, solo será una breve manifestación, pues mañana le darán la bienvenida a alguien más... porque nadie es indispensable.
ffernandez@reforma.com
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