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Se pierde el drama
Rafael Alarcón | 15-05-2018
en CANCHA
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"Sé que no estoy tan lejos de volver a ganar un torneo de golf".

Tiger Woods, golfista profesional
 
 
Cuando me inicié como golfista profesional a finales de 1980, el PGA Tour estaba por realizar una de sus transformaciones para tener más control sobre el destino del golf, buscando nuevas estrategias de crecimiento.

El entonces Comisionado de la Gira era Deanne Beaman, un ex profesional muy visionario del golf, quien tomó una decisión estrella con la creación de campos de golf propios para hacerse dueño de torneos y controlar el tipo de espectáculo que se diera.

En aquella época estaba muy de moda el arquitecto modernista de campos de golf, Pete Dye, quien estaba haciendo fama con sus diseños de campos "muy difíciles" creando retos para los jugadores en cada uno de los hoyos.

Tenía conocimiento de su estilo porque estando en el Universidad de Oklahoma State entrenábamos y hacíamos rondas de calificación en su creación estrella anterior al TPC en Sawgrass, Florida, el campo Oak Tree Golf Club.

Dye tuvo por encargo elevar ese nivel de reto y creatividad en el campo del TPC, donde se jugó el Players Championship el fin de semana pasado.

El concepto llamado "Stadium Golf" también buscaba que los profesionales fueran expuestos a un golf de premio y drama ante galerías de grandes cantidades. Casi todo ha funcionado excepto la parte del drama porque los profesionales dominan el campo conocido como "monstruo" cuando encuentran condiciones de clima benigno, tal como fue la semana pasada en el triunfo de Webb Simpson.

El tipo de arquitectura en el TPC se pudiera describir con dos ideas de diseño: colocar entre la salida y llegadas al green obstáculos de formas geométricas para crear ángulos de acercamiento intimidantes ante el ojo del jugador, y pequeñas áreas planas en los greenes (donde se coloca la bandera) protegidas por onduladas zonas de transición entre una y otra.

Bueno, hoy en día, la creación está a punto de perder valor porque la distancia del campo ya es corta para lo fuerte que pegan los profesionales de hoy. Esos ángulos son superados fácilmente porque usan bastones más cortos y es más factible el poder controlar el golpe. También es mucho más fácil enviar y retener la bola cerca de las banderas en esas pequeñas áreas porque en golpes más cortos, el jugador puede aplica más efecto sobre la bola para generar ese amarre que vemos en la televisión.

Bien recuerdo dos cosas de los años 80: a los hoyos par cinco, como el nueve y el 11, "nadie" le llegaba al green de dos golpes; hoy, lo hacen con fierros largos o medios, y al famoso hoyo 17 (La Isla) y que se juega a la misma distancia (entre 130 y 156 yardas) pegábamos entre nueve y siete de fierro. Hoy nadie llega a usar siquiera el ocho.

La tecnología y el buen desarrollo como atleta de los profesionales ha afectado la forma de jugar buenos diseños. Gran parte del golf radica en esa dificultad para crear el drama de un buen espectáculo.

Estoy seguro que el PGA Tour prepara cambios porque el interés se pierde cuando alguien se come el campo como lo hizo el campeón al hacerle 18 abajo del par.

Hasta el próximo green.

 
 
Twitter: @ralarcon2009
 
rafaelalarcongolf@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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