La Final de clubes de Concacaf resultó emocionante en su definición y su ida y vuelta le hacía ver como un partido en el que no se disputaba un título con la feliz consecuencia de asistir a un Mundial de Clubes. Fue demasiado abierta, de múltiples oportunidades de ambos lados y también de errores para defender y para concretar que la adrenalina agradece aunque el analista condene.

Han sido días atribulados para el chiverío, que necesitaba el triunfo para refrescar un poco las discrepancias internas --por lo menos económicas-- que han salido a luz con el escándalo que siempre acompaña a una falta de pagos.

Llegar a la Final ayuda a pasar mejor las penas. Y ganarla, hasta a olvidarlas por lo menos un rato.

Chivas, después de un año para olvidar en el torneo casero, ha logrado poner una sonrisa en el rostro de sus atribulados aficionados. La alegría es contagiosa y se prende con facilidad cuando los amados colores le brindan un motivo a sus seguidores.

No debe dejar de preocupar al futbol mexicano lo sucedido con sus representantes: el largo dominio que ha tenido en la lista de monarcas de la zona estaba a punto de ser roto por un rival que dejó fuera a lo más granado: Tigres, América y Chivas sufrieron tanto ante Toronto, que dos de ellos mordieron el polvo y el otro perdió en casa la ventaja obtenida en la ida con lo fortuito que es una serie de penales para definir al ganador.

Será interesante saber si el poder de sanación que ofrece el triunfo será duradero y suficiente para aliviar los dolores rojiblancos. Sus adeudos son reflejo de algo que algunos suponen podría ser mas profundo que un problema de flujo.

Cierto tipo de fracturas se componen fácilmente. Con buena disposición, aclarando las cosas y estrechando la mano. Y más cuando son acompañadas de victorias que levantan el ánimo y acercan las voluntades.

Otras son menos románticas: no se olvida el agravio hasta que se salda la deuda que al correr de los meses encona más: la del cochino pero necesario dinero que es capaz de enojar a cualquiera cuando no se recibe a tiempo.

Es probable que este título ayude a paliar el asunto. Que ayude a mejorar la atmósfera y la economía. Que pueda construir la gestión post mundialista en la que se necesitan unas Chivas más fuertes, protagónicas siempre y productoras de grandes futbolistas que hoy campeones, demuestran lo frágil de su regularidad.

Los triunfos son bienvenidos y merecen festejo de acuerdo a su dimensión. Pero al mismo tiempo necesitan ser manejados con cautela porque pueden exacerbar ánimos y maquillar lo que hay debajo de ellos.

El Guadalajara, como equipo maduro, habrá de manejarlo como se debe.

 
 
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