"Estoy listo para ganar un Major".
Rickie Fowler, segundo lugar en el Masters.
"Guste o no guste, Patrick Reed es el campeón del Masters" fue el encabezado de Golf Channel en unos de sus artículos del domingo cuando el "villano" triunfó en el torneo más agradable y formal del golf profesional.
El título está cargado de certeza porque Reed ha sido un profesional que, desde su llegada al PGA Tour en 2011, ha forjado una carrera como profesional. Es un jugador que ha roto con esquemas de humildad al declararse "ser uno de los cinco mejores del mundo" y cuando se presenta en el hoyo uno no duda en hacerle saber a sus rivales que está lleno de arrogancia y rudeza, misma que le ha favorecido usarla en torneos como la Copa Ryder o la Presidents Cup, aunque no le ha beneficiado en el concurso de popularidad dentro y fuera de la cancha.
Reed tiene hambre de atención y de triunfo y está dispuesto a todo con tal de lograrlo. En su época colegial se dio a conocer por un antagonismo a sus compañeros de equipo en la Universidad de Georgia, donde misteriosamente tuvo que abandonar la escuela porque había una acusación de hacer trampa en el juego y de robo. Aunque nunca se le probó la acusación, su reputación quedó enmarcada. Reed encontró cobijo en la Universidad Estatal de Augusta y ayudó a ganar dos Campeonatos Nacionales (NCAA).
En el Masters, fue clara la postura de público y sólo unos cuantos correspondieron sus grandes jugadas y precisos putts porque la mayoría prefería ver a alguna de las estrellas colocarse el codiciado "saco verde", y de grandes estrellas estuvo repleta la pelea el último día, pero Reed fue excelso para frenar los fuertes embates.
El día lo inició con tres golpes de ventaja nada menos que sobre Rory Mcllroy, quien se perfilaba como favorito antes de iniciar el torneo, y aunque creo buenas oportunidades para borrar el déficit, fueron los putts cortos fallados los que enterraron sus posibilidades. A media ronda se creció Jordan Spieth con impecables jugadas. Spieth había iniciado nueve golpes atrás y se llegó a poner en empatado en 14 abajo del par faltándole un solo hoyo, pero en el 18 falló con la salida y cerró con bogey, al mismo tiempo que Reed metió birdie en el 14 para alcanzar -15.
Hacia el final de la ronda fue creciendo Rickie Fowler al jugar los últimos 11 hoyos en -6, incluyendo un sensacional birdie en el ultimo hoyo para llegar a 14 abajo del par y forzar a Reed a cerrar sin errores. Reed jugó magistralmente y no hay duda de eso porque pegó los golpes de salida que favorecen atacar el campo y metió los putts necesarios en los momentos apremiantes. También tuvo la suerte que necesita todo campeón en Augusta National; en el 13, milagrosamente la bola no resbaló al agua; y en el 17, un putt desde 35 yardas se frenó al golpear en la bandera.
Ahora que Reed ha dejado callados a muchos y será dueño de un saco verde, ya puede dejar que esa calidad y potencial de juego hagan el ruido hostil.
Hasta el próximo green.
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