La reciente "fecha FIFA" sirvió, entre otras cosas, para reacomodar a las distintas Selecciones en las respectivas categorías.

Siguen siendo cuatro las potencias futbolísticas que se perfilan como principales candidatas para quedarse con el título: Alemania, Brasil, Francia y España.

Lo que entre ellas tal vez cambió, sin embargo, es el orden de probabilidades de cada una: ¿Brasil, España, Alemania y Francia?

Después están los equipos aspirantes a convertirse en las máximas sorpresas, si no para ganar ese título, sí para acercarse a él: Inglaterra, Bélgica, Colombia, Croacia, Portugal, Suiza.

De esa segunda y subjetiva categoría parece obligado bajar a Argentina, equipo que ha confirmado ser "de medio pelo"... a menos que juegue Messi.

Por eso, como el asunto es colectivo, a los argentinos quizá debamos ponerlos entre los "aspirantes, pero no tanto", junto a equipos como los de Uruguay, Polonia, Dinamarca y Perú.

Ya no digamos para ganar el campeonato, sino incluso para ser semifinalistas, prácticamente pueden ser descartadas Selecciones como la anfitriona, dos o tres europeas más, cualquier sudamericana que no sea Brasil, Colombia o milagrosamente Argentina; y cualquier africana, asiática, australiana o concakafkiana.

Eso es lo que más o menos y en términos generales indican la teoría y la lógica, pero le corresponderá a cada competidor aprovechar o no la oportunidad de modificarlo a favor en la práctica.

Para la Selección Mexicana, queda ahí el doble reto. Por un lado reflejar a cabalidad en su desempeño, como no lo ha hecho, el verdadero nivel de nuestro futbol. Y por el otro, con eso mismo, pasar de ser un simple participante a un auténtico aspirante; si no a ganar la Copa del Mundo, sí a competir en ella por lo menos a la altura en que ha competido en anteriores eventos mundialistas.

A ver si de la noche a la mañana, como por arte de magia.

 
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