Ayer la Selección Mexicana "cumplió" como pudo con su compromiso ante su nada similar representativo de Islandia.

Con una alineación inédita ("principio" ineludible desde hace buen rato), el equipo mexicano encaró al rudimentario, pero ordenado y tozudo conjunto islandés.

Bajo esas circunstancias, con 11 futbolistas que por primera vez jugaron juntos y algunos de ellos colocados fuera de la posición que más dominan, sería injusto exigirles mejor futbol que el ayer exhibido.

Más allá del resultado, les corresponderá a los protagonistas de la escuadra tricolor, y principalmente a Juan Carlos Osorio, sacar las debidas conclusiones de este partido de preparación (y de los que vienen), para así llegar a la justa mundialista con mejores herramientas y mayores probabilidades de éxito.

Con la Copa del Mundo a la vista, algunos jugadores han manifestado que a ella van con el objetivo de ganarla, que a eso aspiran y con eso sueñan.

Como debe ser en cada torneo, se plantean el máximo objetivo posible.

Aquí la cuestión sería, en realidad, dilucidar con qué tanto sustento cuentan esas legítimas aspiraciones y tan guajiros sueños.

Determinar qué tanto potencial hay entre las individualidades, y a qué nivel de eficiencia colectiva son capaces de funcionar como equipo.

Porque con la actual calidad de los jugadores mexicanos podría aspirarse a una Semifinal en esta Copa del Mundo; pero si nos remitimos al futbol desplegado hasta el momento, llegar al cuarto partido sería todo un logro.

Por eso les urge aprovechar al máximo los 85 días que les faltan para su primer compromiso mundialista en Rusia, y capitalizar a cabalidad cada uno de los restantes partidos de preparación, empezando por el del próximo martes ante el representativo de Croacia.

Si sueñan en ser campeones, que primero se preparen como tales.

Y ustedes, estimados lectores... ¿con qué sueñan?

 
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