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La Dominguera
San Cadilla | 04-03-2018
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Luchador incansable
 
De niño, en la escuela le hicieron creer que los negros eran esclavos y que los blancos eran héroes. Con ese concepto creció, pero un día se dio cuenta de que no era cierto. Ahí comenzó su lucha.

El futbol fue un instrumento que lo ayudó a transmitir el mensaje: igualdad.

Otra de sus pasiones era participar en proyectos a favor de los derechos humanos. Incluso quiso ser sacerdote.

Ruddy Lilian Thuram-Ulian (Pointe-a-Pitre, Guadalupe, 1 de enero de 1972) pasó de ser un ciudadano de colonia a entonar, bajo la mirada de millones de franceses, La Marsellesa.

"La primera noción que se tiene de los negros en el colegio es la esclavitud. Yo me sentía angustiado, marcado con un hierro a fuego lento. Nadie me dijo que también había filósofos negros, científicos, pintores, poetas o un soberano", comentó Thuram para el diario DxT.

En 1991 debutó con el Mónaco y ese año intensificó su lucha.

"El racismo se está instalando demasiado en el futbol y hay que combatirlo como sea", dijo Thuram, en una conferencia.

 
 
ADIÓS, GUADALUPE
 
A los 9 años, Thuram abandonó su natal Guadalupe. El futbol profesional muchas veces arranca a los talentos de sus hogares. Arsene Wenger fue uno de los técnicos que más lo ayudó en su crecimiento.

Francia lo recibió por su talento futbolístico, pero al mismo tiempo lo rechazó por su color de piel. Con el tiempo se impuso y logró que muchos que criticaban su tes lo elogiaran por ser el jugador con más partidos en la Selección Francesa y parte fundamental para el título mundial de 1998.

"El futbol no puede cambiar la sociedad. El futbol es la imagen de una sociedad. Y esta es una sociedad cada vez más dividida entre ricos y pobres", lamentó.

En la presentación de su libro "Mis Estrellas Negras" en castellano, en 2012, Thuram recordó una anécdota.

"Nací en Guadalupe y, cuando llegué a París, con 9 años, vi unos dibujos animados en los que aparecían dos vacas: una negra, muy estúpida, y una blanca, muy inteligente. Mis compañeros me llamaban 'Noiret'. Le pregunté a mi madre y me dije: 'Es así, son racistas'".

Muchos formadores creían que Thuram no iba a dar el salto; era muy fuerte, pero no técnico. De manera irónica, donde más sufrió el francés fue en la calle, donde hacía su vida cotidiana, porque como profesional jugó para el Mónaco, el Parma y la Juventus; terminó su carrera en el Barcelona.

 
 
CLAROSCUROS
 
Para muchos analistas, el africano es uno de los mejores laterales derechos de la historia. Como tal, se metió en los libros y su trayectoria no se olvidará.

En el Mundial de Francia 1998, Thuram jugó uno de los mejores partidos de su carrera en las Semifinales, contra Croacia. Anotó sus únicos dos goles como profesional.

Alzó el trofeo de la Copa del mundo, gozoso, en un suelo que lo había señalado por su color de piel.

"Fueron inmigrantes o hijos de inmigrantes, casi todos los jugadores que vistieron la camiseta azul y cantaron La Marsellesa antes de cada partido. Thuram, fue elevado a la categoría de héroe nacional por sus dos golazos", escribió el uruguayo Eduardo Galeano en su libro "Cerrado por Futbol".

En el Mundial de Alemania 2006, Thuram lloró amargamente. Italia ganó el título en penaltis. Probó los dos lados de la moneda. En ese partido contra la Azurri fue testigo de cómo Zinedine Zidane se fue por la puerta de atrás al no soportar los insultos de Marco Materazzi, a quien le dio un cabezazo.

 
 
RACISMO CRUEL
 
Thuram creó una fundación contra el racismo cuyo lema es: "Sólo hay una raza, la raza humana".

A pesar de su esfuerzo, la cruda realidad es que la discriminación ha sido un mal constante en el futbol. Para prueba está con recordar cuando en Italia hicieron estallar en llanto al delantero Mario Balotelli.

Tan fuerte y tan débil: un gladiador, sentado como un niño en la banca, con lágrimas en sus ojos, porque no aguantó los gritos de la tribuna, que lo llamaban simio.

El astro Roberto Carlos sufrió también actos racistas. En la etapa final de su carrera pasó un episodio triste, y abandonó la cancha luego de que le aventaron de la tribuna un plátano.

El brasileño se quitó el gafete de capitán y, abriendo los brazos, cuestionó la actitud de los presentes.

Dani Alves es otro que ha sentido en carne propia esta decadente conducta. Aunque cabe resaltar que en la mayoría de las ocasiones lo toma con mucha filosofía y hasta le da ha dado mordidas a los plátanos que le arrojan.

"No juego más", gritó desesperado Samuel Eto'o en su estancia en el Barcelona, cuando no soportó los insultos que lo relacionaban con monos. Ronaldinho lo convenció de quedarse.

 
 
ACTIVISTA
 
Actualmente, Thuram -retirado del futbol en 2008- es activista en Francia. Se distingue por ser escritor y habla tres idiomas. Ha escrito 10 libros, la mayoría enfocados a temas sociales.

Aunque ha ganado terreno en su lucha contra el racismo, aún está en batalla, pues es un mal que carcome al futbol mundial.

El intento lo ha hecho y muy bien.

 
 
Mail: san.cadilla@mural.com
Twitter: @SanCadilla
 
 
 
 
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