Aquel primer partido de la Copa del Mundo USA 94 tuvo un detalle particular e incómodo dentro de los porteros: por disposición de FIFA los 3 nos vestimos igual: sí, con el uniforme de Jorge Campos que su marca nos había hecho llegar. Adrián Chávez y yo lo hicimos contra toda nuestra voluntad. Después de aquel debut contra Noruega, la FMF, por súplica nuestra, envió una solicitud para que se nos permitiera utilizar cada uno diferente modelo, entre los ya previamente inscritos.
¿Recuerda usted aquellos uniformes coloridos de Campos que se volvieron populares a nivel mundial? Seguramente sí. ¿Recuerda los de Adolfo Ríos, con su propia marca (Adorri)? ¿O aquellos de Adrián Chávez con sus gigantescas iniciales? ¿Y de aquel de la Selección sueca que utilizó Rubén Ruiz Díaz, o los de la marca "Zully" de Javier Ledesma con Chivas y UdeG? ¿Y de los de Martín Zúñiga en Chivas? O los de Oswaldo Sánchez con su autógrafo impreso...
Todos son ejemplos de personalidad transmitida a través de una vestimenta, de la individualización de un oficio y una posición que es parte del conjunto, pero que también es exclusiva, original y auténtica: la de portero.
Un día me llamó la atención observar que tanto el arquero titular como el suplente se encontraban exactamente igual vestidos. Ese día sentí que a los porteros se les robó parte de su forma de ser en la cancha.
Desde antes de la creación de la Liga MX, esa personalidad que mostraba el arquero, con sus uniformes individualizados, ha pasado a ser la personalidad del equipo, e incluso, de la marca que viste a la institución. Hoy, de acuerdo al Artículo 83 del reglamento de Competencia de la Liga MX: "...los clubes participantes tendrán la obligación de registrar los uniformes de portero, en el número que crean convenientes, debiendo ser mínimo tres opciones, pero especificando el orden en que estos deberán considerarse para llevar a cabo la designación".
Hoy en día lo normal es que al arquero ni siquiera se le pregunte cual uniforme quiere utilizar, por lo que aquel mito de los colores que traen mala suerte, o los modelos que un arquero quisiera evitar, queda de lado.
Si usted es de la época de los torneos largos o al menos previo a los milenians, seguramente le dará cierta nostalgia, como a un servidor, darse cuenta que hoy, los uniformes de portero (a nivel mundial) son casi en su totalidad planos, lisos y sin mayor diseño.
En la Copa del Mundo de 1994, los 2 arqueros suplentes pudimos utilizar nuestra elección de uniforme para los restantes 3 juegos, poco después esa posibilidad se extinguió, limitando algo de la personalidad del arquero a sus guantes.
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