La irregularidad sigue siendo la regla.
Cualquiera vence a cualquiera en cualquier momento y cualquier cancha.
Por el bienvenido equilibrio de fuerzas, pero también por la incapacidad de todos para rendir cada semana y en cada partido como deberían hacerlo.
Es Esa la principal constante en el futbol mexicano, la inconsistencia en el desempeño de los equipos.
Después de jugar muy bien y vencer a domicilio a los Pumas y de estar a punto de hacer lo mismo con el América, pero en cancha jarocha, el Veracruz es vapuleado por los Lobos, que venían de ser zarandeados por el Morelia, que fue claramente superado por los Tigres... que en su momento ni las manos metieron ante los Pumas.
Y no hablamos solamente de ganar y perder semana tras semana, algo normal en un torneo entre cuyos competidores prevalece ese equilibrio de fuerzas, en el que hay muy poca distancia entre los más fuertes y los más débiles en comparación con lo que sucede en otros lares, en otras Ligas.
A lo que nos referimos, porque resulta incomprensible, es a la inestabilidad en el desempeño que en mayor o menor medida manifiesta la abrumadora mayoría de los 18 participantes.
O juegan bien, o juegan regular, o juegan mal, o en algunas ocasiones ni siquiera parecen saber a qué intentan jugar.
A veces porque el director técnico ha sido incapaz de imprimirle a su equipo un sello reconocible y productivo. Pero en la mayoría de las ocasiones, por el impredecible rendimiento de muchos de sus jugadores.
No funciona el todo al fallar varios de los componentes, o Estos no rinden porque como equipo no hay una clara definición de lo que se busca en la cancha. Y los dos o tres equipos que se salvan de la inconsistencia en un torneo se encargan de incrementar ese porcentaje en el siguiente.
Mayor dosis de profesionalismo. Jugar a veces bien y a veces no tanto, pero garantizar siempre un mínimo de rendimiento.
¿Será mucho pedir?
gomezjunco@mural.com Twitter: @rgomezjunco |