Las Águilas de Filadelfia llegan hoy a Minneapolis para iniciar la segunda etapa de su preparación rumbo al Super Bowl LII. Atrás quedó la comodidad de la rutina y de estar en casa para los primeros días de entrenamiento y planeación, y a partir de este día tendrán que aprender a lidiar con la larga lista de distracciones que representa ser uno de los equipos protagonistas en el duelo por el título de la NFL. A diferencia de los campeones de la Conferencia Nacional, los Patriotas han postergado su arribo a esta gélida ciudad hasta el día de mañana. Y si bien es cierto que mucho de lo que sucede en estas dos semanas en ocasiones sale del control de los equipos y se ubica más en la órbita de decisiones de la oficina del comisionado, estoy convencido de que pasar una noche adicional en territorio familiar es una ventaja para Nueva Inglaterra.
Adicionalmente, los campeones de la NFL saben perfectamente lo que estarán enfrentando en las próximas horas por haber estado en esta instancia dos veces en los últimos tres años. Y no sólo eso, ya que Bill Belichick y Tom Brady han estado en estas circunstancias en siete ocasiones previas, mientras que buena parte del equipo de coaches y asistentes llevan muchos años como parte de una organización acostumbrada a jugar en playoffs año con año desde principios de siglo. Esto no quiere decir que los integrantes de los monarcas de la Conferencia Americana no vayan a sentir la presión de estar buscando el bicampeonato y de tratar de igualar los seis títulos ganados por los Acereros de Pittsburgh en la era del Súper Tazón. Sin embargo, saber de antemano lo caótica y complicada que puede ser la espera desde hoy hasta el día del partido, es un handicap a favor que puede facilitar el trabajo de planeación y preparación.
Doug Pederson y sus coordinadores han hecho un trabajo notable para dejar a Atlanta y a Minnesota en el camino, aun sin haber sido favoritos. Sin embargo, resulta evidente que ahora enfrentan un reto doblemente difícil. De entrada, tendrán que trabajar horas extra para darle a sus jugadores, vía un plan de juego inteligente, la oportunidad de competir con un equipo disciplinado, con vasta experiencia y muy bien entrenado. Y si lo anterior no fuera suficientemente complicado, tendrán que manejar de forma madura e inteligente a un grupo de jóvenes que aún siendo profesionales, enfrentarán una larga lista de distracciones que podrían comprometer su preparación de cara al partido más importantes de sus carreras.
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