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La Dominguera
San Cadilla | 28-01-2018
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Un segunda oportunidad
 
La vida de un futbolista parece idílica: talento, dinero, fama, comodidades y admiración de miles. A la vista es tan perfecta, que muchas veces el aficionado olvida que se trata de un ser humano.

Es común hablar de historias de pateabalones que salieron de la pobreza al estrellato, aferrados a un talento -natural o trabajado- que los ayudó a sobresalir en un entorno competitivo y difícil, pero hay algunas que parecen sacadas de la páginas de un libro de tragedia.

Uno de esos casos es el nigeriano Víctor Moses, quien vive un momento feliz como una de las principales estrellas del poderoso Chelsea y se ha ganado los halagos de la afición y la prensa, pero el camino que tuvo que caminar para llegar ahí no ha sido sencillo.

 
 
GUERRA IDEOLÓGICA
 
Víctor Moses (12 de diciembre de 1990, Kaduna, Nigeria) tiene una historia de redención. Como muchos de sus compañeros de profesión, creció en un barrio pobre y pasaba horas en la calle, jugando futbol con cualquier objeto que sirviera como pelota.

Es hijo de Agustine Moses y Josephine Moses, misioneros evangélicos. Víctor creció con una educación estrictamente cristiana y testigo del trabajo de sus padres como predicadores.

Pero en algunos países, ser un pastor como Agustine puede ser una profesión de riesgo: en febrero de 2000, el Gobierno del Estado de Kaduna declaró la Ley Sharia -la cual se deriva del Corán y el Hadiz- de complimiento obligatorio, lo cual derivó en violentos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos.

Grupos extremistas intentaros imponer el dictamen a sangre y fuego, y el padre de Víctor estaba en la mira por tratarse de un ministro cristiano.

Datos extraoficiales cuentan más de 5 mil muertes derivadas de los enfrentamientos entre ambos frentes ideológicos en Kaduna. La tragedia no tardaría en visitar la casa de los Moses.

En 2002, cuando Víctor tenía 11 años y jugaba futbol en la calle, uno de sus tíos se le acercó para darle la noticia: un grupo de extremistas musulmanes había irrumpido en su casa y asesinado a sus padres.

La vida del chico cambió entonces. No era seguro para el continuar en Nigeria: tenía que huir. Sin asimilar el hecho de que le habían arrebatado de golpe a sus padres, tuvo que permanecer escondido con su tío varios días, con el único objetivo de sobrevivir hasta encontrar la forma de viajar a Inglaterra, a donde llegó como refugiado.

"El viaje a Inglaterra fue realmente duro, sólo me importaba estar fuerte y trabajar para salir adelante, incluyera eso el futbol o no", afirmó el futbolista, en una entrevista en el país que lo acogió.

Los enfrentamientos entres musulmanes y cristianos en Nigeria continúan hasta hoy.

 
 
TALENTOSO
 
En su nueva casa y tras ser acogido por una familia británica, Víctor entró a estudiar en la escuela londinense Stanley Technical High School y a jugar futbol en la Liga Tandride, con el Cosmos 90 FC. Pronto se convirtió en la estrella del equipo.

"Era como Gareth Bale cuando juega con Gales. Sin Bale, Gales es un equipo ordinario, normal, y sin Moses el Cosmos era peor de lo normal", relató Tony Loizi, técnico de ese equipo, para Goal.com.

"Recuerdo cuando Moses encaró a un portero, le metió la pelota entre las piernas, volvió a coger el balón y volvió a batirlo. El chico estaba llorando mientras lo humillaba. La madre del niño se acercó y comenzó a darle con el bolso. Le dije: 'No importa cuán bueno seas, tienes que ser humilde'".

Aunque Víctor aprendió la lección, ese tipo de atrevimientos, su velocidad y habilidad con el balón impresionaron a un visor del Crystal Palace, quien lo reclutó a los 14 años.

Cinco años después de la pérdida de sus padres, el nigeriano debutó con el club londinense en la Championship, la categoría de ascenso, frente al Cardiff City.

Bob Martínez, técnico español a cargo del Wigan Athletic, de la Liga Premier, insistió en la llegada del nigeriano a su escuadra. Víctor brilló en un equipo de buen juego, condenado a luchar por no descender, hasta que en 2012 el Chelsea, uno de los clubes más poderosos del mundo, le abrió las puertas.

A los 21 años firmó por 12 millones de euros, pero participó únicamente en partidos de Copa, pues delante del él estaban Oscar, Juan Mata y Eden Hazard.

En su primera temporada ganó la Europa League, pero el técnico Rafa Benítez lo tenía relegado a la banca y, una temporada después, con José Mourinho, sólo empeoró la situación.

En busca de juego, se fue de los Blues, a préstamo, y jugó para el Stoke City, el Liverpool y el West Ham.

Cada temporada regresaba a Londres, pero volvía a irse. Obi Mikel, su compañero en el Chelsea, no entendía por qué no se quedaba.

"'¿A dónde vas?', le preguntaba cada vez que se iba. 'Siempre te vas prestado ¿pero por qué? Quédate aquí y pelea, eres un buen jugador, un joven, rápido, fuerte. No entiendo por qué siempre huyes de este club?'", dijo Mikel, para Goal.

Lo que le faltaba era confianza.

 
 
ESTRELLA
 
Con la llegada de Antonio Conte al Chelsea se abrió una nueva oportunidad para Víctor, a quien incluyó en la plantilla y lo convirtió en inamovible por la banda derecha.

Ahora, Víctor está en el radar del Barcelona, después de que Conte lo alineó en prácticamente todos los partidos de pretemporada y en varias posiciones.

Víctor es ídolo en Nigeria, pues juega para la Selección de su país natal, a pesar de que como juvenil fue reclutado por las Selecciones menores de Inglaterra.

El futbol fue el boleto de regreso a su tierra. A su regreso ya no había balas cerca de él, sólo aficionados que coreaban su nombre.

"Definitivamente, donde quiera que se encuentren mis padres, deben estar orgullosos de mí, mirando hacia abajo y seguro que me ayudan desde arriba", comentó el futbolista.

Cada vez que marca un gol, levanta las manos al cielo, en una emotiva y clara dedicatoria a lo que ganó y perdió en Kaduna.

 
 
Mail: san.cadilla@mural.com
Twitter: @SanCadilla
 
 
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