La principal nota futbolera de la semana la dieron el León y Landon Donovan como su flamante refuerzo.
Una contratación que de inmediato produjo un indudable impacto mercadológico, por todo lo que implican la trayectoria y la imagen de este magnífico jugador, el mejor en la historia del futbol estadounidense.
Un futbolista que con su Selección alcanzó siempre su mayor dimensión, y que fue primordial factor en la época de clara hegemonía de la máxima escuadra estadounidense sobre la mexicana durante la primera década de este siglo.
Dentro de un equipo impecablemente preparado en el renglón físico, fueron el enorme talento, la habilidad y la gran capacidad técnica de Donovan las virtudes que le permitieron destacar sobre el resto de sus compañeros; la mayoría de ellos muy competitivos, pero ninguno a su nivel.
Sin embargo, si los beneficios publicitarios o mercadológicos de esta contratación están por encima de cualquier duda, lo que queda por verse es qué tanto los habrá en la parte futbolística, en esa que siempre debería ser prioridad al momento de contratar a cualquier jugador.
Sus 35 años por un lado, y por el otro los 12 o 13 meses de inactividad tras su segundo retiro, se convierten en las principales interrogantes con respecto a su posible desempeño con el conjunto esmeralda.
Hasta el momento ha sido excelente su comportamiento inicial como jugador del León, desde el anuncio de su contratación y la posterior presentación oficial con el equipo; y además presenta prácticamente el mismo aspecto físico que cuando jugaba.
Pero más allá de esa apariencia están el tono muscular, la fuerza, la velocidad, la potencia, el ritmo; todo eso que necesitará cubrir el jugador estadounidense para después aspirar a hacer valer sus aptitudes futbolísticas.
Visto de cualquier forma, bienvenido al futbol mexicano lo que quede de Donovan.
Ojalá sea mucho, porque ninguna contratación queda justificada con la simple venta de camisetas.
Primero jugar y después vender, pero nunca viceversa.
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