Finalmente se juega mañana la postergada Final de Copa.
Por haber sido el mejor a lo largo de las anteriores instancias, el Monterrey recibirá al Pachuca en su maltratada cancha por partida doble.
Noventa minutos de futbol separan al equipo de Mohamed de lo que podría ser un segundo título de Copa y la primera Final ganada en un estadio en la que ya perdieron dos; y al Pachuca, del primer título de campeón de ese torneo. Un torneo ganado por los Rayados en una sola ocasión, en 1992; y por los Tuzos, nunca.
A esta Final, uno y otro equipo llegan con magníficos argumentos futbolísticos, pero en muy distintas condiciones de ritmo y de ánimo.
El Monterrey, once días después de haber sufrido la derrota más dolorosa en su historia. Y el Pachuca, cinco días después de haber cumplido, al otro lado del mundo, con un decoroso papel en el Mundial de Clubes.
Los visitantes, traqueteados pero contentos; y los anfitriones, bien descansados pero también deprimidos.
El Pachuca en pos de un título que le haría olvidar su flojo año. Y el Monterrey por esa Copa que como consolación serviría de poco a pesar de sus destacadas campañas durante todo el 2017: el de mayor cosecha de puntos en la Liga, segundo en la fase regular del "Clausura" y primero en la del "Apertura"; y en sendos torneos de Copa primero semifinalista y después finalista... con la posibilidad de ser campeón.
Más que en lo "poco" que ganaría con este título, seguramente el Monterrey estará pensando en lo mucho que perdería si no lo obtiene, en cuánto se agudizaría en ese caso su actual trauma.
Pero el Pachuca, factor primordial en el inicio de ese "proceso traumático" al arrebatarle hace año y medio al Monterrey un título de Liga que esta misma escuadra de Mohamed (o si no la misma sí muy similar) parecía tener en bandeja, tratará de agudizar dicho proceso.
Por diferentes motivos, y aunque sólo sea por alzar algo, ambos quieren alzar este trofeo de Copa.
A ver quién lo alza.
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