Nuestro México tan contrastante, nuestro México tan confuso, nuestro México tan emotivo y luego, nuestro México tan decepcionante y a la vez insustituible.

Una historia tan repetida como única es la que nos rodea, nos llena de contradicciones y nos hace sentir, al final del día, muy orgullosos de ser mexicanos.

Pero en realidad qué México somos, a cuál pertenecemos, cuál nos caracteriza... ¿El que se une en las desgracias o el que se desconoce a sí mismo? ¿El que regala comida y agua en las calles para mitigar hambre y sed de quienes por horas y horas remueven escombros, o el que se aprovecha de las desgracias para beneficios personales? ¿El que satura los centros de acopio y pone a disposición sus productos o el que asalta a los automovilistas en las horas pico del Periférico? ¿El que se desvive por días en innumerables brigadas en busca de un cuerpo más o el que con impresionante sangre fría asesina por un teléfono celular? ¿El que abre las puertas de sus clínicas y hospitales con doctores a servicio de quien lo necesite, o el que bloquea con su auto el cruce de una calle sin posibilidad de avanzar ni de que avancen? ¿El que tiende la mano al prójimo que nunca ha visto o el que de manera impersonal ni siquiera te voltea a ver por desconfianza?

Nuestro México tan creativo, nuestro México tan desigual, nuestro México tan prolífero y luego, nuestro México tan irreal.

Una historia cíclica de festejos y tragedias que nos apegan y nos aterran pero, al final, no cambiamos por nada ni por nadie.

De qué México somos, de cual nos sentimos orgullosos y presumimos... ¿El del Chupacabras, el "Chapo" y el agua milagrosa de Tlacote o el de la gastronomía inagotable y los maravillosos destinos turísticos? ¿El que reacciona inmediatamente tras el desastre natural o el que se olvida por completo meses después? ¿El que destina cantidades exorbitantes a los partidos políticos y les impide hacer donativos para desgracias nacionales o el que entiende que el futbol, como principal espectáculo y deporte en nuestro País, pone el ejemplo para corresponder a la gente lo mucho que le da? ¿El que canta el "Cielito lindo" al rescatar una víctima con vida y el Himno Nacional al finalizar las labores de rescate en un edificio, o el que silba el Himno del rival y desafía constantemente al poder con el grito de "¡Puuuuuto!"? ¿El de mexicanos ejemplares con enorme influencia en la sociedad, capaces de recaudar cientos de miles de dólares en pocas horas para los damnificados, o el de mexicanos ambiciosos, avaros, prepotentes, insaciables y corruptos que fueron elegidos para servir a su País y solamente se sirvieron del mismo?

Yo quiero ser del México que levanta los brazos para hacer la ola en el estadio y los puños para guardar silencio... del que levanta una mano para chocarla con el rival y la otra para que nadie se mueva durante un rescate... del que extiende sus brazos con las manos abiertas para celebrar una victoria tras el partido y del que los extiende de la misma forma para pedir y recibir agua tras el exhaustivo trabajo voluntario... del que levanta el dedo índice para seguir trabajando y del que lo levanta para apuntarse en lo que se requiere.

Nuestro México tan dispuesto para la emergencia, medio dispuesto para la reconstrucción y muy poco para la rehabilitación. Sí: Nuestro México capaz de fabricar historias conmovedoras de supervivientes e ignorar trayectorias reales de próceres ejemplares.

De qué México queremos ser... ¿Del que se colapsa, del que se tambalea o del que se mantiene en pie? Después de esta nueva tragedia, cada uno de nosotros tiene la elección.

 
Twitter: @Felixatlante12