El ánimo está golpeado porque no tenemos la fuerza para arreglar lo desarreglado.
La tecnología nos permite hasta ver intentos de rescate en vivo por televisión y festejar los exitosos como si fueran uno de esos goles inolvidables que hemos atestiguado.
Pero no nos alcanza como Humanidad para contraponer los designios de la naturaleza que cuando desata su fuerza, dobla el metal mas fuerte y apaga la vida mas prometedora.
El deporte, que es una de esas actividades que inventadas por el hombre para hacer mas agradable su existencia, hace guiños a nuestra nueva tragedia.
Saludos, donativos, mensajes solidarios, expansión de lo que ha sucedido con ceremonias como la del partido del Real Madrid ante un compungido Andrés Guardado, hacen bien al alma. Y ayudan a desacreditar la idea obtusa de un mundo cada vez mas enconado que piensa sin cesar en muros e ideologías que justifican terminar voluntariamente las vidas de otros como se discute esta semana en la Asamblea general de la ONU.
Sí, todo tiene que ver con todo.
Y no estamos de ánimo para ir al futbol, para corear los goles del clásico o empujar a quienes pelean la permanencia para que en la confusión se roben algunos puntos de cualquier cancha.
Pero si nos pone de buenas que un entorno tan pragmático, monetizado y elitista como el del deporte profesional se dé tiempo para interrumpir su actividad sin importar que luego se complique el calendario, que decida poner a sus figuras a colaborar en centros de acopio, que disponga de recursos para ayudar y que se haga cercano a un estado de emergencia que también le concierne.
Unos más, unos menos, pero es indudable la voluntad de hacerse presente.
Los desastres unen, cambian el modo de convivencia, invitan en la mayoría de los casos a sacar la mejor versión que tenemos y al final, ayudan a la reflexión que a veces se nos olvida.
Mas allá de la derrota en casa del Real Madrid, de los clásicos que vienen y de cualquier manifestación deportiva, la atención y el esfuerzo están encauzados en la tarea mas importante que hoy nos ocupa como país.
La ayuda y el silencio del deporte reconforta y anima.
La suspensión de toda actividad es lo mejor que se pudo hacer en un momento de concentración mayor.
Que se siga haciendo todo lo posible y se mantenga este espíritu por largo tiempo.
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