Cuando estamos en plena pretemporada y a poco más de dos semanas de que se ponga en marcha la temporada 2017 de la NFL, el ambiente laboral en la liga deportiva más exitosa del mundo sigue enrareciéndose.
Y aunque el contrato colectivo de trabajo no expirará sino hasta el final de la campaña 2020, nunca es demasiado pronto para advertir que el periodo más exitoso en la historia de la NFL en términos de ingresos, ratings y expansión internacional, pudiera tener un final abrupto y violento si las partes involucradas no suavizan su postura.
Por un lado, los jugadores parecen no estar dispuestos a seguir operando bajo el sistema actual. Hace apenas un mes, Richard Sherman declaró que tendrán que emular a sus colegas de la MLB y la NBA para conseguir mejoras sustanciales una vez que expire el convenio que se firmó antes de la temporada del 2011.
Por si lo anterior no fuera suficiente, la semana anterior, DeMaurice Smith, líder del sindicato de jugadores, afirmó que una huelga o un paro laboral al término del presente convenio parece inevitable, e incluso anunció que desde el mes de mayo le habían pedido a los jugadores que ahorrarán pensando en la posibilidad de tener que pasar un tiempo sin recibir ingresos de parte de los dueños.
La contraparte no ha querido esperar para mandar una señal de regreso y, apenas ayer, trascendió que los dueños habían llegado a un acuerdo para extender el contrato de Roger Goodell hasta el 2024.
El contrato anterior del comisionado expiraba en 2019, por lo que esta extensión deja en claro que será Goodell quién esté al frente del nuevo proceso de negociaciones. Si se toma en cuenta que el comisionado le ha dado a ganar mucho dinero a los dueños además de hacer frente a las críticas de jugadores y medios, su nuevo contrato es bien merecido.
Sin embargo, es importante recordar que su figura se ha desgastado mucho a partir de la última negociación, y no estoy seguro que su comunicación con el sindicato y los jugadores vaya a mejorar en los próximos años.
Finalmente, es fundamental señalar que cuando llegue el momento de renegociar los contratos con las televisoras (todos vencen en 2022), éstas quizás no vayan a estar dispuestas ni en condiciones de ofrecer montos similares a los que se pagan actualmente a causa de la pérdida constante de suscriptores y de audiencia.
En pocas palabras, podemos estar presenciando el nacimiento de una tormenta perfecta: jugadores más conscientes de los riesgos que implica su profesión y buscando mejores condiciones de trabajo, dueños que no están dispuestos a ceder un mayor porcentaje de su negocio ni a tomar medidas radicales para hacerlo más seguro y la fuente principal de ingresos que pudiera verse notablemente afectada en el mediano plazo.
Así las cosas, más vale disfrutar al máximo las próximas campañas porque la NFL pudiera estar en la ruta de un conflicto laborar de larga duración y con consecuencias lamentables para las partes.
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