Futbol y reggae Hace 40 años, una de las máximas leyendas de la música recibió una mala noticia después de un partido de futbol, pero no permitió que cambiara su vida y continuó su camino sin dudar, hasta la muerte.
Era apasionado del deporte, pero la vida lo llevó por el camino de la música. Quienes jugaron con él o contra él tienen versiones distintas sobre su calidad con la pelota, pero nadie podía negar que el futbol era uno de sus grandes amores.
Cuando le preguntaron, Trevor Wyatt, productor discográfico, no dudó en afirmar que podía haber jugado profesionalmente. "Quitarle el balón es imposible", afirmó.
Sin embargo, Mauricio Valladares, un fotógrafo brasileño que cubrió un partido improvisado en el que participó Paulo César, integrante del Brasil campeón del mundo en 1970, pensaba que no tenía lo necesario: "Menos mal que el partido duró poco, fue muy aburrido y Bob... Bob es muy malo jugando futbol".
Pero las etiquetas jamás le importaron; él jugaba por gusto y en sus giras llevaba con él una pelota, pues jugar una cascarita siempre le parecía una buena oportunidad de sentir lo que siempre defendió y exaltó en sus canciones.
Tras su muerte, en 1981, fue enterrado con los tres símbolos de su libertad: su guitarra, una planta de marihuana y un balón de futbol.
EL SONIDO DE JAMAICA A la distancia de los años, la figura de Bob se ha convertido en un símbolo que vende camisetas. Su fotografía, impresa sobre verde, amarillo y rojo, es tan icónica y poderosa como aquella del Che Guevara, otro símbolo revolucionario.
Robert Nesta Marley (6 de febrero de 1945, en Nine Mile, Jamaica) fue la primera estrella de la música a nivel mundial proveniente del tercer mundo, en tiempos en los que el jalisciense Carlos Santana se abría camino con su magia con la guitarra, también desde un país en vías de desarrollo.
Nacido en el humilde barrio del Trenchtown, Bob vivió de cerca la miseria. Su padre, un hombre sexagenario y capitán de la armada inglesa, abandonó a su madre adolescente cuando él era un bebé.
A los 14 años, Bob y sus amigos de la infancia, Peter Tosh y Bunny Livingston, dejaron el pueblo para dirigirse Kingston en busca de su sueño de ser músicos. Bajo el sello de Island Records, la música de Bob se dio a conocer a nivel mundial, con canciones de ritmo alegre, como "Could You Be Loved"; gritos de batalla, como "Get Up, Stand Up", o baladas como "Waiting In Vain".
El autor e intérprete de temas como "No Woman No Cry", "Redemption Song" y "Exodus", pasó de la miseria a la fama mundial y a ser venerado por millones, casi como a un profeta.
LIBERTAD Bob era vocero del Rastafarismo, una religión que proclamaba el regreso de la raza negra a Africa con la guía de Haile Selassie, emperador de Etiopía. Por ello fue invitado a dar conciertos en Zimbabwe, Kenia y Etiopía, donde cantaba sobre la esperanza de una mejor vida, a través del amor o la revolución.
El líder de la agrupación The Wailers nunca le cantó a la pelota, pero sus palabras sobre futbol han pasado a la historia entre los fanáticos del reggae y el deporte.
"El futbol es una habilidad en sí misma; todo un mundo, un universo por sí mismo. Lo amo porque debes tener la suficiente destreza para jugarlo. ¡Libertad! ¡El futbol es libertad!", dijo Bob, en una entrevista en Francia.
En una de sus fotografías, aparece sentado sobre un montículo de arena, casi al nivel del suelo, junto a una pelota de gajos negros y blancos.
"De la vida aprendí que hay que sufrir por el futbol... y no por amor", sentenció en otra ocasión.
Cuentan que en las horas previas a los conciertos o en los descansos de las grabaciones jugaba partidos con los miembros de la banda para relajarse y que en sus giras se mantenía cerca del televisor para ver los partidos importantes.
Sus equipos favoritos habrían sido el Boys Town FC, que hoy participa en la Liga Premier de Jamaica, y el Santos brasileño, donde jugaba su máximo ídolo deportivo, Pelé.
"Le gustaba ser centro delantero o volante creativo. Una vez jugamos juntos en el Estadio Nacional de Jamaica y para él fue cumplir un sueño", contó Alan Skill Cole, quien fue una de las máximas glorias del futbol de Jamaica e integrante de los Atlanta Chiefs -de la NSL- y el Náutico -de Brasil-, en una entrevista con el diario argentino Olé.
LA NOTICIA El deporte que amó pudo salvarle la vida, pero decidió sucumbir frente al cáncer a pesar de un diagnóstico temprano.
En julio de 1977, durante un partido de futbol en Inglaterra, Bob fue víctima de un pisotón que le destrozó el primer dedo de su pie derecho. En los estudios le detectaron un melanoma maligno y los médicos le recomendaron amputar el dedo.
Como un devoto del Rastafarismo, Bob se negó a la cirugía, ya que la interpretación de un versículo bíblico la convertía en algo pecaminoso.
"No se raparán la cabeza ni rasurarán los bordes de la barba; tampoco harán corte alguno en su piel", dice Levíticos 21:5, una cita tan importante para esa religión que llevó a Bob a dejarse crecer el cabello hasta convertirlo en rastas, pero también a considerar su cuerpo como un templo de Dios, el cual no debía ser profanado.
Así, el cáncer se expandió por su cuerpo, hasta alcanzar el cerebro, los pulmones y el hígado. Cuando percibió que el final estaba cerca, intentó volver a su país, pero no llegó con vida: murió en Miami, el 11 de mayo de 1981, a los 36 años.
"Si quieres llegar a conocerme, tendrás que jugar futbol contra mí y The Wailers", sentenció en otra ocasión.
Su cuerpo fue trasladado a su natal Nine Mile, donde descansa.
Hoy tendría 72 años.
Mail: san.cadilla@mural.com Twitter: @SanCadilla
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