Es inútil comparar el dinero que se mueve en el deporte con el de otros ámbitos.

Poner a un lado lo que gana un maestro, profesionista u obrero frente a la que ingresa un futbolista estelar es insultante y superfluo.

El deporte tiene un mercado diferente, capaz de generar más dinero del que se gasta gracias a la mercadotecnia, venta de publicidad, derechos de televisión.

En su libro "La gran burbuja del futbol", el español José María Gay de Liébana explica desde la economía lo que pasa en el futbol.

En la temporada 2013-14 el déficit conjunto de las Ligas española, inglesa, alemana y francesa era de 464 millones de euros. Y esa es una buena noticia: en los cinco años anteriores, la deuda de esos campeonatos mas el de la Liga italiana eran de entre mil 564 y mil 38 millones.

El problema es que en un mercado hiper inflacionado, la mayoría de los equipos operan con más gastos que ingresos y tienen enfrentan deudas del pasado con los recursos del presente, que no alcanzan.

Al Barcelona, sus partidarios y los de otros colores, deberemos agradecer el esfuerzo que hace para retener a Lio Messi: podremos tener en él a uno de esos extraños ejemplares que defendieron siempre una camiseta. Lo que eso costará hará temblar los números de uno de los clubes más importantes del mundo.

Lo que el Everton estaría dispuesto a pagar por Raúl Jiménez -se habla de 50 millones de dólares- es un motivo de orgullo, pero se añade a las preocupaciones de quienes manejan el negocio. Otra cifra estratosférica que alguien tendrá que comerse.

El Barsa ingresó 560.8 millones de euros en la temporada 2014-15 -sólo detrás del Real Madrid- y el Everton, 165.1, en el lugar 18.

¿Resistirá la televisión el pago de derechos que necesita el futbol para mantener estos niveles? ¿Y la venta de camisetas? ¿Y habrá suficientes patrocinadores pese a ver muchas tribunas vacías?

Hoy se tiran cohetes, pero llegará el tiempo de recoger las varas.
 
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