Dicen que la victoria no necesita explicaciones pero muchas veces sí requiere de fortuna.
Esta puede acompañar al ganador de varias maneras: con un disparo del enemigo que se estrella en la horquilla, con deficiencias técnicas del delantero que falla un mano a mano frente al portero propio o con ambas juntas.
Pero además de suerte, por supuesto que también se necesitan cualidades propias: saber reaccionar, corregir un partido de pesadilla y darle la vuelta al marcador pese a los problemas en que se metieron el técnico y el propio equipo.
De ayer a mediodía hasta que se ocultó el sol, la actividad menos original de los futboleros fue pegarle a Osorio como si fuera una piñata. Es una de esas ocasiones en que se le puso pero a una victoria en torneo FIFA porque se tomaron demasiados riesgos.
Desde los ocho cambios en la alineación, las incertidumbres en la entrega, el ser colocados en posiciones que en varios casos no dominaban sus ocupantes y las dos infortunadas lesiones de dos centrales de la tropa, la sensación que de repente aparece cuando juega el Tri volvió a aparecer. Recordó las etapas sórdidas de la Eliminatoria del Chepo, el siete a cero contra Chile y algunas de esas tardes que parecen no tener ni pies ni cabeza.
Como en toda historia que llega a su parte crítica, se necesitan súper héroes que saquen la situación del atolladero. Esta vez, Javier Aquino se puso su capa y voló por la banda izquierda hasta deshacer al adversario, Jurgen Damm se disfrazó de Flash para hacer lo mismo por el lado contrario y Héctor Herrera ofreció el equilibrio en una media cancha extraviada hasta antes de su aparición.
México tendrá con un empate para avanzar a la Semifinal de la Copa Confederaciones con la ventaja de haber tomado nota de las decisiones que casi lo hunden ayer en Sochi.
A Osorio no se le debe retirar la confianza porque tenía sus motivos para hacer tantos cambios y su trabajo consiste en tomar decisiones que muchos no comprendemos.
Falló el cálculo, la circunstancia, el infortunio y la seguridad hasta para pasar la pelota. Pero no falló el espíritu, la velocidad y la recuperación de la memoria en la segunda mitad.
Queda la duda de por qué no llevar contenciones naturales, de cómo subsistir con dos centrales menos y de la respuesta en el partido del sábado que define la suerte.
Hay días malos con técnicos buenos. Ese fue el caso.
Aunque se haya sufrido para ganar, de todo se aprende. Aunque sea un torneo tan corto, Juan Carlos Osorio difícilmente hará otra vez algunos ensayos como los de ayer.
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