11 años después Encontrarse ante un enemigo que ha causado tristeza o te ha dejado un sabor amargo en un último enfrentamiento oficial, puede ser visto como una oportunidad propicia para conseguir desquite.
En el futbol siempre se habla de revanchas cuando se pierden Clásicos o encuentros en torneos caseros, duelos de fase regular.
Sin embargo, cuando una selección sufre un descalabro en un Mundial, encontrar la puerta a una venganza contra ese verdugo casi nunca es tan precisa, ni tan igual.
México y Portugal sólo se han visto las caras una vez en un torneo sancionado por FIFA a nivel Mayor. Fue en el Mundial de Alemania 2006 en la fase de grupos.
Un sinaloense llamado Omar Bravo, en ese entonces con 26 años, había vivido en la jornada inaugural su día más lleno de gloria. Debutar con un doblete de goles que dieron el triunfo mexicano de 2-1 sobre Irán.
El de las Chivas tocaba el cielo y de ahí parecía encaminarse a marcar historia también como tricolor.
Contra Angola repitió como titular pero no tuvo la misma fortuna y junto al resto del equipo apenas lograron sacar un empate a cero.
Aún así Omar se sentía en su momento. Afilado y con la bravura para volver a marcar y de su mano llevar a su Selección al tan soñado quinto partido.
Llegó el juego ante los lusos y aunque La Volpe dudaba en mantenerlo de titular, ante la opción de volver a poner a Jared Borguetti, le respetó su puesto al no olvidarse de sus dos goles de la presentación.
En aquella del 2006 Cristiano Ronaldo ya era seleccionado, pero no era todavía la gran figura de peso y el líder de los lusos como lo es hoy. De hecho ante México se quedó en la banca.
Aquel Portugal dirigido por el brasileño Luis Felipe Scolari, tenía como líder al ex jugador del Real Madrid, Luis Figo, uno de los volantes extremos más finos que ha dado el balompié europeo.
En aquel duelo en el que México se jugaba el liderato del Grupo D para evitar a un rival fuerte en Octavos de Final, las cosas no comenzaron bien para los aztecas de La Volpe.
De pronto vino un descuido del "Maza" Rodríguez, que dejó pasar a Simao Sabrosa, quien metió un centro retrasado.
Con un potente disparo de Maniche desde fuera del área, el balón agitó las redes dejando fuera de combate a Oswaldo Sánchez aún con su espectacular estirada.
El Tri ya perdía 1-0 y se veía superado por los europeos apenas al minuto 5.
No lograba sacudirse el agobio cuando llegó otro pecado, esta vez del histórico Rafael Márquez al tocar el balón con la mano dentro del área.
El propio Simao ejecutó el penal para poner el 2-0 contundente sobre los aztecas con sólo 23 minutos de partido.
De pronto los mexicanos comenzaron a tocar mejor, le quitaron el balón a Figo y compañía, sobre todo aprovecharon la poca aplicación defensiva del sistema de Scolari y la permisividad de los zagueros portugueses.
Bravo sostenía una lucha casi solitaria como único hombre en punta y sus remates ya sólo se iban por fuera o a la tribuna. Comenzaba a caer en la desesperación del goleador ansioso por anotar.
Antes de irse al descanso llegó un "Kikinazo".
Francisco Fonseca con un remate con la cabeza a primer poste, cruzó al portero para anotar el 2-1 que daba vida.
Scolari no se volvió loco, mientras La Volpe ya preparaba algo.
Para el segundo tiempo el "Bigotón" decidió cambiar el parado, mientras que Felipao dejaba a su mismo equipo, incluso al joven Ronaldo como un espectador más en el banquillo.
Y sí, los tricolores salieron a comerse el balón, a buscar por todas las vías el volver al juego.
Luis Pérez entró al área y fue derribado por un rival provocando un penal que abría la llave para el empate.
En la tribuna los mexicanos celebraban, al mismo tiempo que portugueses le reprochaban al árbitro su decisión.
Bravo tomó el balón y pidió a sus compañeros le dejasen tirar. Era un partido de Mundial y pocos le objetaron su petición, salvo Fonseca que deseaba también su doblete.
Omar tuvo la bendición del técnico y del capitán, por lo que el "Kikín" sólo se acercó para decirle algo al oído.
"Tíralo como sabes compadre", fue la sugerencia.
Con aparente frialdad, Bravo enfrentó el momento que hacía alusión a su apellido con decisión, tomó vuelo y pum. Mandó el balón a la tribuna. Sus manos se fueron a la cabeza y habló sólo para sí mismo como cuestionando ¿qué le había pasado? ¿a dónde se fue su bravura?
México perdió 2-1 ante Portugal y avanzó a la siguiente ronda de panzazo, gracias a un empate entre Angola e Irán, mientras que los lusos lograban marca perfecta de 9 puntos en tres juegos.
11 años después ambas selecciones se vuelven a ver las caras y en ese lapso muchas cosas han cambiado.
Portugal es campeón de Europa mientras que México llega como líder de la eliminatoria con un técnico efectivo en el área de Concacaf, pero poco vistoso en su estilo de juego.
Juan Carlos Osorio además se presenta en su segunda prueba de fuego en un nivel de mayor exigencia, tras el fracaso de Copa América con el 7-0 en contra frente a Chile que aún le duele a muchos.
"Yo veo a la Selección Mexicana un poquito parecida con Portugal, que le gusta jugar, tiene jugadores muy hábiles, son muy parecidos con nosotros", dijo en 2009 en Cristiano sobre el tricolor.
"Recuerdo que jugamos contra ellos hace años atrás en el Campeonato del Mundo y fue un equipo que me gustó mucho".
Ocho años después de aquella cortesía, el futuro Balón de Oro de 2017, tendrá al Tri otra vez como rival de su selección en una cancha, pero en esta ocasión él como la principal figura.
Un Tri totalmente distinto y con sólo un sobreviviente de aquella derrota. Rafael Márquez.
Un Tri nuevo, diferente y sin aquel sinaloense que en su club era histórico, pero que en el penal más importante de su vida perdió la bravura.
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