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La Dominguera
San Cadilla | 14-05-2017
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Esta vez no perdió un título; ése lo perdió hace seis meses en penaltis contra los Tigres. Ahora el "Bigotón", quien parecía encaminarse a la clasificación a la Liguilla, aparentemente como favorito, perdió como local frente al Pachuca y marcó así el fin de su turbulenta segunda gestión en Coapa, la cual nunca fue cómoda, lógica, empática ni exitosa.

Ambos episodios fueron muy distintos, es verdad, pero la coincidencia principal que resalta en sus más de 30 años como entrenador es el final negativo y la salida por la puerta trasera.

En 2007, la Selección de Argentina se había quedado sin técnico por la renuncia de Néstor Pekerman. La AFA recurrió de urgencia al Boca Juniors para quitarle a Alfio Basile, con quien los Xeneizes habían logrado un bicampeonato y se encaminaban a un histórico tricampeonato.

El "Coco" aceptó el timón de la Albiceleste y dejó al Boca con cinco triunfos consecutivos, como puntero de la Liga.

Mauricio Macri tenía tres candidatos: Marcelo Bielsa, quien dijo no tener ganas; Miguel Russo, quien no podía dejar al Vélez Sarsfield, y La Volpe, quien estaba libre tras dejar el timón de la Selección Mexicana.

Sin embargo, tenía 30 años en México y fuera del medio argentino.

Tenía que sostener el mismo nivel de rendimiento y que no se notara el cambio de timón. Era un reto mayúsculo, nunca antes vivido por La Volpe.

El "Bigotón" pidió un mes para empaparse de la Liga y lo hizo.

"A ese Boca se le puede dirigir desde un helicóptero... y si no salgo campeón con ese equipo, lo pido, pero para salir volando del estadio".

Finalmente fue elegido y heredó un Boca armado por Basile; aunque prometió dejarlo como estaba, su obsesivo deseo por mostrarse le ganó.

"Como el torneo ya está empezado y Boca va primero, este año no toco nada. El año que viene vemos", dijo.

Pero hizo todo lo contrario: las tácticas y esquemas lavolpistas aparecieron.

La Volpe había tomado una brasa ardiente, pero al revés de lo que suele ocurrir con técnicos que toman equipos en decadencia: él se hizo cargo de un Boca que venía de ganar dos campeonatos, dos Recopas y una Copa Sudamericana en menos de un año y medio con Basile.

Uno de los cambios más notorios fue decretar la defunción del enlace -algo que figuraba con letras de oro en los libros de Basile-, armar una línea de cinco y adelantar al capitán y lateral derecho, Hugo Ibarra.

"Expliqué que el 4-3-2-1 había caducado, que era un sistema antiguo. Que el futbol moderno ya no jugaba con enganches. Yo no juego con enganches", dijo.

En su debut la cosa empezaría torcida.

Cuando asomó del túnel dejó con la boca abierta a muchos al aparecer de lo más campante, con una camisa blanca y una corbata roja: los colores del River Plate.

Ante la impaciencia de La Bombonera, su equipo no podía doblar al débil Godoy Cruz, así que La Volpe perdió la paciencia y en el segundo tiempo dejó tres en el fondo para mandar al "Negro" Ibarra a la media cancha.

En ese segundo tiempo, el Boca llegó nada y el Godoy Cruz, en dos contragolpes y mano a mano con el portero Aldo Bobadilla, casi gana el juego.

El 0-0 fue un punto ganado para el "Bigotón", pero dos perdidos para la afición.

Luego cosechó algunos puntos con equipos de la parte baja, pero llegó la gran cita en Núñez. el Clásico ante River Plate, en el Monumental.

El sueño de todo técnico no fue mayor que el deseo de Ricardo de implantar su estilo de salir tocando con un equipo acostumbrado a los trazos largos y al enganche.

Un doblete de Gonzalo Higuaín y un tercer gol de Ernesto Farías decretaron una derrota de 3-1.

La Volpe pagó caro su osadía ante el cuadro de Daniel Passarella en el Súper Clásico y en la ventaja se recortaba en el liderato.

La Volpe poco pudo controlar en un vestidor plagado de egos, costumbres cómodas y apapachos. Su liderazgo fue nulo.

"Creo que él se equivocó, porque debió dejar lugar a dejar como venía la mano en el equipo, y sí, implementar su trabajo y filosofía de futbol, pero después de tener su pretemporada, su propio plantel o lo que sea, pero se apuró en querer implementarlo en un equipo que venía de ganar todo", declaró Martín Palermo, delantero de ese equipo.

"Creo que a La Volpe se lo comió el personaje, porque igual él se sentía más que los jugadores o percibió que era más importante que ellos".

Pese a todo esto, el Boca se había puesto en camino al tricampeonato, algo nunca visto por la institución, pero llegó una derrota impensada en el cierre del torneo: ante el Lanús (2-1) tras ir ganando 1-0.

"Al medio tiempo les dije a los jugadores: 'Muchachos, si en el futbol a veces no se puede ganar jugando, se debe ganar con otra cosa, metiendo huevos y acá no veo eso'", les dijo. No todos la tomaron a bien esa arenga.

Tras no amarrar el liderato, el Boca tenía que enfrentar a los Estudiantes de La Plata en un partido de desempate por el título, que se jugaría en Vélez, una cancha neutral.

"Si pierdo este campeonato, me voy", dijo.

La Volpe sorprendió al poner al inexperto Matías Cahais para marcar a Mariano Pavone, la figura del torneo.

Aún así, el Boca se puso 1-0 adelante, pero se le ocurrió sacar al Guillermo Barros Schelotto, algo que no le gustó al capitán y aumentó la grieta al interior del plantel.

Le empataron con un tiro libre y un error del novato ante Pavone puso 2-1 arriba a los Estudiantes.

Inmediatamente, La Volpe sacó a Cahais, quien difícilmente olvidará esa tarde en Liniers, lo mismo que los seguidores del Boca.

La Volpe concretó su gran fracaso.

Meses después, reveló una discusión que tuvo con los jugadores cuando Barros Schelotto le dijo que varios jugadores estaban inconformes porque los obligaba a jugar con línea de cinco defensas, cuando se sentían más cómodos con la de cuatro del "Coco".

-¿Quién lo dice, Guillermo?- preguntó La Volpe.

-Lo dicen en la ducha- respondió el volante.

La Volpe ordenó una junta en el vestidor de La Bombonera; convocó a Palermo, Ángel Díaz, Fernando Gago, Ibarra y al "Mellizo", además de Marcelo Delgado.

"No sé ni porqué se coló, pero como era amigo de Ibarra, me imagino que entró por si se armaban las piñas", recordó.

En esa reunión La Volpe les preguntó si se sentían obligados a jugar como les pedía, cuando él, en su discurso inicial, les había preguntado cómo se sentían mejor.

"Todos aparentemente salieron felices, que estaba todo bien, todo bárbaro. Barros Schelotto, sorprendido, los miraba y quería matarlos porque habían cambiado su postura. Son cosas de futbol".

 
 
PECADOS
 
En el Boca, su pecado fue querer aplicar de inmediato el lavolpismo en algo que no lo necesitaba.

En Coapa, en cambio, se necesitaba con urgencia su filosofía de futbol ofensivo, de jugar por fuera y hacer triangulaciones, pero ahí jamás la aplicó.

"Es verdad: por ahora no juego como me gusta, pero este equipo necesitaba resultados y si juego de la otra manera me echan. La experiencia me dice que otros técnicos, sin jugar a nada, han ganado títulos", declaró en abril.

Al final La Volpe se fue con la cruz de su propia traición.

 
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