Ocurrió en diciembre de 1997 en el Estadio Velodrome, de Marsella.
El entrañable Jorge Valdano fue casi ignorado por Miguel González "Michel" al saludarse en la tribuna, antes del inicio del sorteo de grupos del Mundial de Francia.
Cuando se fue a su lugar en los palcos el ex jugador del Real Madrid y del Celaya, Jorge hizo la referencia: le tocó sentar a dos históricos del equipo merengue en su gestión como técnico. Fue el inicio del final de Emilio Butragueño y el propio Michel. El cambio generacional le había tocado a él y tuvo que tomar decisiones difíciles.
Es complicado entender cuando al jugador más querido le toca doblar la esquina para dirigirse a un lugar distinto al de su casa de siempre. La tribuna no lo resiste fácilmente, los medios lo descalifican en automático.
El propio Hugo Sánchez, hablando de madridistas, tiene en el primer renglón de su lista de rencores a Leo Beenhakker, a quien acusó mordazmente en su momento de hacerlo a un lado en el equipo.
Darío Verón y Alejandro Palacios viven momentos tan duros como los de la fanaticada puma que les adora: están fuera del equipo y han reaccionado con inconformidad ante la decisión.
El final podría ser diferente si ambas partes estuvieran de acuerdo en que el momento del adiós ha llegado, pero en el caso de los futbolistas la opinión dista de ello.
Pumas, equipo grande con presupuesto de mediano, tiene que aligerar su nómina y disminuir su edad para intentar una reacción tras la que terminó siendo pésima campaña.
Resulta que los dos queridos personajes -eso no está en duda ni es el factor de decisión seguramente- son de los que más ganan y los que más años tienen: 36 y 38.
No era posible invertir ante tales necesidades en dos elementos que tienen enorme pasado, pero poco futuro en el plantel. Algo parecido a lo que hizo el América dejando ir a Moisés Muñoz para contratar a Marchesín: ganó ocho años de juventud sabiendo que ambos tienen gran calidad.
La crueldad consiste en saber que la era de dos insignias ha terminado. Y sólo el tiempo, junto con resultados diferentes a los de este semestre, harán olvidar la "afrenta" de la directiva universitaria que necesita recursos para reforzar su plantel y sentar las bases para los siguientes torneos.
No sabemos si Verón y Palacios saludarán a Palencia y a Ares de Parga cuando se encuentren en algún lado dentro de algunos años.
Lo cierto es que Pumas tenía, como Valdano en su tiempo, que tomar decisiones difíciles.
La tribuna no tiene necesidad de ser racional y para el futbolista tiene que ser duro encontrarse con esta nueva realidad.
Es el proceso que se repite sin falta cuando algo bueno ha terminado.
Irremediable, además de todo.
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