Señoras y señores, hace una semana con la victoria del Real Madrid frente al Bayern todo mundo hablaba de Cristiano Ronaldo como un gran goleador, como la gran figura del futbol mundial y un crack.

Hoy, después de la victoria del Barcelona en el Clásico, quizá uno de los mejores partidos entre el Madrid y Barcelona en los últimos 10 años, todo mundo habla de Lionel Messi.

Messi y sus 31 goles que le han dado 20 puntos al Barsa en la Liga, el domingo, quizá los 2 más importantes en un estadio en donde Messi ha hecho muchos de sus 500.

Y Messi lo sabe, es un estadio que es hostil y complicado para él porque el Madrid en sí es toda una personalidad y sus jugadores más, pero Messi no sucumbe ante ello, al contrario a pesar de los golpes mal dados como el caso de Casemiro, como Marcelo, como el propio Ramos, Messi salió adelante.

Y como todo mundo dice vimos al mejor Messi, con sus mejores versiones, corriendo, pasando, cayendo, sangrando, nadie pudo detenerlo, pero ahí estaban Messi y su equipo, eliminado de la Champions, porque merecía estar en Semifinales, y quedó fuera por el muro de la Juventus.

Pero el Madrid no es el muro de la Juventus, el Madrid juega y deja jugar y cuando mejor lo hacía en el segundo tiempo, con 10 hombres, había empatado el juego a dos y faltaban ocho o 10 minutos, vino un contragolpe en impresionante encabezado por Sergi Roberto, continuado por André Gomes, por Alba y terminado por Messi perfectamente; cuatro jugadores, tres pases que sabían que iban directo a Messi para que éste marcara el gol, y batió a Keylor Navas.

Y miren que Navas y sobre todo Ter Stegen fueron notables.

A pesar de que el Barcelona estaba aturdido y amenazado por la eliminación de la Champions y esa tensión por el silencio goleador de Messi en los últimos Clásicos, habían pasado más de tres años en el que había anotado Messi el famoso hat trick del 2014 en el Bernabéu, pero regresó en el momento clave.

Sin su compañero Neymar, pero apoyado por Iniesta, Rakitic y los que quiera usted, Messi, como buen jugador, supo el momento en que empezó y acabó el partido, fue un tipo indestructible, un jugador que soportó todo tipo de jugadas violentas, duras, fuertes y pegajosas, con la intención de apaciguarlo, no hubo quien lo detuviera y el final se quitó la camiseta, se la enseñó a los seguidores blancos, llovieron los insultos pero no le importó, él quería mostrar su temperamento, su personalidad y forma de ver el futbol.

 
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