Debo confesar el padecimiento de una vieja costumbre: pertenezco a una especie que colecciona frases, oraciones, pensamientos, diálogos completos de una buena escena en el cine o disfrutando una serie.
Siempre tratando de no molestar a la persona de la butaca de al lado en el cine cuando hay que apuntar en el celular una nueva perla, éstas son recopiladas en libretas, expedientes y rincones de cualquier cuaderno en que viven los pequeños apuntes listos para saltar. Las mejores de ellas en la mente porque nunca se olvidan.
Existe una serie magnífica que muchos conocerán. Se llama "The Crown" y es la historia de la Reina Isabel de Inglaterra.
En una de las escenas de su primera y hasta ahora única temporada, existe un diálogo entre su secretario particular, a punto de retiro, que aconseja a la joven monarca porqué respetar la tradición de la Casa de Windsor.
Isabel quería suceder a su secretario con el más joven de los dos candidatos y no con el que estaba preparado para atenderla.
Y he aquí lo que le dice su fiel sirviente respecto a abandonar las buenas costumbres: "La decadencia comienza con las pequeñas cosas. Una vez que se hace lo incorrecto, es fácil volver a hacerlo. Una vez que se hace algo egoísta, es fácil volver a hacerlo".
Y le hizo ver que esas pequeñas cosas que en principio no tenían importancia, terminaron con la abdicación al trono de su tío Eduardo VIII, cambiando el curso de la historia de la corona británica.
Esa historia es más agradable que la del capítulo arbitral, pero el diálogo ajusta perfectamente a lo que está sucediendo.
De acuerdo a la exclusiva de CANCHA con Edgardo Codesal, los líderes de los jueces mexicanos no han sido totalmente leales a sus servicios como árbitros: les falta condición física porque no se entrenan con la regularidad necesaria, hacen pactos internos para proteger a los líderes y cambian de postura según sople el viento.
Es verdad que hoy se han unido, pero también que son un grupo que salvo cuando hay tragedia, luce grandes fisuras.
Pese a ello, han logrado tres cosas en los últimos tiempos: incrementar sus sueldos bajo la amenaza de parar -cuando Codesal fue llamado por Justino Compeán para salvar el temporal-, pedir la salida de su jefe por no estar de acuerdo con él -¿se le ocurriría hacer algo así a usted en su oficina?- y parar el torneo para exigir el castigo de un año a dos jugadores que habían recibido sanciones menores.
Con la ferocidad con que han defendido sus posturas, tienen hoy que enmendar lo que mal hayan hecho internamente. Si hay cosas que revisar en su seno, hay que hacerlas urgentemente.
Porque la decadencia, sí, comienza con las pequeñas cosas. Y estas tienen peor tamaño.
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