El récord mundial de 800 metros planos femenil es la plusmarca más antigua en el atletismo de pista, femenil o varonil. La checoslovaca Jarmila Kratochvílová marcó 1' 53"28/100 en esa distancia en julio de 1983.

Nadie había hecho peligrar esa marca en tiempos modernos hasta agosto pasado en que la velocista sudafricana Caster Semenya amenazaba con romperla, aunque en medio de un fuerte cuestionamiento.

De Semenya se dice que es hiperandrógena, lo que significa que produce grandes cantidades de testosterona de manera natural. La IAAF aceptó la conclusión de un grupo de expertos médicos que aseguró que Semenya podía competir como mujer por lo que sí participó en los Juegos de Río, aunque no rompió la marca mundial.

La marca de Kratochvílová, y algunas otras, son fuertemente cuestionadas porque en aquellos años no había pruebas antidopaje confiables, y el bloque del Este era conocido por el uso de ayudas clínicas para sus atletas.

Todo esto viene al caso porque Gianni Merlo, el presidente de la Asociación Mundial de Periodistas Deportivos (API), lanzó una carta abierta a Sebastian Coe, el presidente de la IAAF, en la que propone "iniciar una nueva era en el atletismo, que le dé esperanza las nuevas generaciones", redefiniendo como verdaderos récords mundiales a los que sí han pasado con éxito las pruebas antidopaje modernas.

La iniciativa de Merlo no es nueva. Varias veces se ha hablado de tomar medidas de este tipo para abrir la opción a que se rompan algunos récords mundiales ya que, de no hacerse algo así, sólo casos extraordinarios y controversiales, como el de Semenya, podrían tener alguna esperanza.

Algunos de los récords más cuestionados, y los más cuestionables, son los de la estadounidense Florence Griffith Joyner en 100 y 200 metros en 1988, y el de Marita Koch, de la Alemania del Este, en los 400 metros en 1985, además de la marca de Kratochvílová. Curiosamente, en la rama varonil no hay esas dudas en esas distancias.

Recuerda que correr es salud y algo más... mejor calidad de vida.

 
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