A primera hora del domingo, como para extender el sábado y ponerse frente al televisor, el América reaparecerá en el Mundial de Clubes.
Tras su fallida participación del año pasado, ahora vuelve con una asignatura pendiente en su la Liga: pelear por la Final del Apertura 2016.
Las Águilas son el primer equipo mexicano desde que existe el Mundial de Clubes que alarga el campeonato mexicano porque pasó a la Final. Es también el que más cerca estuvo en otras ocasiones de hacerlo, porque dos veces fue eliminado en la Semifinal antes de viajar. Algunos otros no han clasificado a la Liguilla, o quedan fuera en los Cuartos o en las Semifinales.
El torneo ha sido duro para el América, pero a fin de cuentas ha sabido resolver, con todo y un cambio de técnico lo que le quedaba como tarea cuando salió Nacho Ambriz: enderezar los números y pelear el título.
Con más empates que victorias pero sin derrotas, con un futbol que no es el que ha sido su modelo pero con la efectividad de sus individualidades y personalidad, el América no llega como navaja de rasurar a estas instancias, pero está en la antesala del título local, y además de enfrentarse al Real Madrid en el Mundial de Clubes si vence el fin de semana al Jeonbuk de Corea.
Por lo tanto, la posición de las Águilas es hoy envidiable. Tras un momento de profunda crisis que le llevó a ser sotanero en la tabla de cocientes, decidió en 2011 invitar a Ricardo Peláez a ser responsable de la parte deportiva del club en un engranaje claramente establecido.
Y a la fecha, el club suma ocho Semifinales, cuatro Finales, dos títulos de Liga, dos de la Concacaf y dos Mundiales de Clubes, y es puntero en la indeseable tabla de la permanencia.
Ha cambiado de entrenadores, pero todos han obtenido por lo menos un título, ha rotado futbolistas pero ha mantenido su competitividad; ha sufrido, pero mantiene su ADN pese a las lesiones que de repente le han invadido.
El del América es un proyecto a largo plazo que sólo en casos de extrema necesidad -la mala racha de Ambriz, por ejemplo- se ha alejado de la paciencia que necesita madurar las cosas.
En poco tiempo sabremos si le hace más daño a las Águilas la excesiva actividad o a los Tigres el haberla perdido por la pausa de la Liga. Pero primero lo primero.
Lo que está claro es que con la experiencia del año pasado, se presenta otra vez en Japón un equipo centenario que vive un momento anímico distinto a aquel y que está a punto de culminar el año de su festejo en una situación excepcional: en un lapso de 10 días podría jugar contra el Madrid y luego disputar la Final mexicana.
No es cualquier cosa.
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