Ya arrojó el torneo a sus dos muy dignos finalistas.

Con indudables merecimientos tanto los Tigres como el América se instalaron en esa Final que tendremos que esperar con calma.

Sobre todo en el caso de la serie entre los Tigres y el León, resulta increíble la incapacidad de muchos de los respectivos seguidores para juzgar y analizar sin obnubilarse con su camiseta.

Entre los seguidores o la gente de los Tigres que se empeñaron en negar los evidentes errores arbitrales que los favorecieron, y los del León que más allá de esos errores se mostraron incapaces de reconocer que el adversario fue claramente superior al considerar los 180 minutos de juego, no sabemos ni a cuál irle quienes sí podemos apreciar el futbol sin una camiseta puesta.

Y si en la vuelta de ese enfrentamiento dichos errores arbitrales afectaron en cierta medida el rumbo de la eliminatoria, en el otro duelo entre el América y el Necaxa el error que se produjo en el segundo gol para nada incidió en el también merecido acceso de los americanistas a la Final.

Una Final que será navideña por obra y gracia de otra incapacidad: la de los dirigentes para entenderle a los calendarios y saber compaginarlos.

Solamente añadiendo otra jornada de media semana, o aprovechando alguna de las fechas FIFA desperdiciadas con partidos que para nada (que no fuera recabar lana) le servían a la Selección Mexicana, se hubiera solucionado el problemón para así darle paso a la Final sin interrumpir el torneo como ahora se hizo.

Una interrupción a la que los Tigres podrían sacarle mayor provecho mientras el América cumple con su compromiso japonés que podría presentársele en chino... o en coreano.

¿Se acordarán el América y los Tigres de lo que estará en juego para cuando les toque jugarlo?

Suponemos que sí.

 
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