Una de las mayores tradiciones de fin de año es cantarle a los peregrinos, y una de las más deseadas bendiciones, poder cargarlos.
El triunfo de la Selección sobre Estados Unidos en Columbus permite imaginarnos a Juan Carlos Osorio abriendo la puerta para ofrecer posada quitándose la amenaza de desfilar hacia otro sitio.
Una victoria es caprichosa, puede irse de las manos aún mereciéndola y por eso no hay que confiar demasiado en ella hasta que se pita el final. También lo fue en Columbus: el Tri jugó por nota la primera mitad, parecía jugar frente a un adversario de un nivel sumamente inferior al suyo y no contra su fantasma de los últimos veinte años.
Ya en la segunda mitad, con los dos tiros al poste que inquietaron a los anfitriones y tras un descanso en el que tomaron aire, el partido volvió a recordar viajas pesadillas.
El final épico con el gol de Rafa Márquez reconvirtió una historia que pudo ser reincidente: el propio capitán perdió dos balones a la salida, además del de Héctor Herrera, que pudieron saldar la cuenta con otra derrota.
El cabezazo mortal en ese tiro de esquina sobre el tiempo volvió a poner las cosas en su sitio porque el vencedor mereció serlo y puso en duda la continuidad de Columbus como sede para este tipo de partidos.
Uno de los inmuebles de menor aforo y mayor humildad en Estados Unidos dejó de funcionar porque México demostró que el mejor futbol desplegado derrotó al frío, a los escasos mexicanos que lograron comprar boleto y a la leyenda completa que correteó los sueños aztecas durante tanto tiempo.
Los tres puntos obtenidos en la visita más improbable de ser redituable permiten tranquilidad aritmética pero también en la confianza por la demostración que ofreció un equipo concentrado generalmente, entregado sin duda y con una actitud que, salvo la sorpresa del inicio del segundo tiempo, se mantuvo todo el partido.
Sacar algo de Panamá será muy importante.
No son estadios los de Centroamérica en que se pueda jugar bien porque las condiciones del terreno, la incapacidad arbitral para evitar el juego brusco y las influencias del entorno se alejan de lo ideal.
Pero iniciada la buena aventura, el Tri tiene que irse de vacaciones con algo más en la bolsa de lo que ya tiene.
Tres triunfos visitantes para arrancar el Hexagonal Final son música para los oídos de los ganadores y peligro latente para los derrotados por lo corto del torneo que conduce a Rusia 2018.
México siempre ha tenido equipo para hacer mucho mejor su Eliminatoria. Es tiempo de demostrarlo en todos lado, como ocurrió en Ohio.
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