Las vueltas del balón

Homero Fernández
en CANCHA


El 8 de septiembre se cumplió el primer año de un incidente que corrió como reguero de pólvora por el mundo. El escenario estaba en la frontera entre Hungría y Serbia. Era uno de los tantos focos de incidentes migratorios en Europa. Un grupo de refugiados sirios intentaba pasar por la fuerza a Hungría mientras la policía trataba de impedirlo.

Osama Abdul Mohsen corrió con su hijo pequeño

en brazos pero fue zancadillado por una camarógrafa húngara. Lazló Petrát fue videograbada. Quedó sin empleo y señalada como xenófoba. Luego se justificó diciendo que lo había hecho en defensa propia. Pero también registraron sus patadas a una mujer y a una niña.

Osama, la víctima. Encontró solidaridad internacional y a los pocos días embarcó hacia Madrid. Ya era entonces conocida su afición por el futbol y que había sido entrenador de Al-Fotuwa SC, un equipo de la Primera División siria.

Mientras Petrát se quería refugiar en el anonimato, Osama exhibía su nueva vida en España con gran exposición mediática y experiencias nunca soñadas. Por ejemplo, visitó el campo de entrenamiento del Real Madrid y se sacó fotos con los astros merengues. Zaid, el pequeño que cargaba cuando la agresión de Petrát, entró al Bernabéu de la mano de Cristiano Ronaldo mientras el resto de la familia se sentaba en el palco de honor para presenciar el partido contra el Granada.

La Escuela Nacional de Entrenadores de Futbol (Cenafe) fue la primera en levantar la mano para ofrecerle trabajo convirtiéndose en la principal impulsora del viaje a España. Lo contrató como colaborador de los entrenadores de las formativas infantiles y para tareas administrativas. Pero hace unas semanas, la luna de miel se acabó. Una de las condiciones esenciales del acuerdo laboral obliga al sirio a aprender español. Al parecer, Osama no ha sido buen alumno y no ha avanzado. Eso le ha costado que lo suspendieran del trabajo y ha denunciado discriminación. Sus empleadores le han dado plazo hasta febrero para ponerse al día porque consideran imprescindible el idioma para cumplir con sus funciones.

Paradójicamente, hace unos días la camarógrafa húngara abandonó su ostracismo para recibir un premio por su trabajo en un documental sobre la revolución húngara de 1956 que dejó más de 200 mil refugiados. Sin embargo, tiene pendiente sobre su cabeza una acusación por vandalismo de hasta cinco años.

La espada de Damocles que pende sobre Osama, para poder seguir en el mundo de pelota, está forjada de verbos, sustantivos y adjetivos. Un desafío pequeño si se lo compara con el que asumió, golpes y zancadillas mediante, para traspasar la puerta de Europa con su pequeño en los brazos. Si no lo supera, le podrá quedar el consuelo de que Cruyff nunca aprendió bien la lengua de Cervantes.

 
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