Con el regreso de Tom Brady frente a Cleveland, se cierra un capítulo negro en la historia de la NFL. Y es que el "Deflategate" se manejó muy mal desde un inicio, y terminó afectando la credibilidad de la liga, la del comisionado y la de uno de los mejores mariscales de campo de la historia.
Roger Goodell tiene el apoyo incondicional de los dueños por una sencilla razón: la NFL está
generando billones de dólares al año en ingresos y más allá de los retos a futuro, la salud financiera del negocio no puede cuestionarse. Gracias a ese respaldo y a las facultades que le otorgaron los propios jugadores en la última negociación contractual, Goodell tiene la capacidad para castigar cualquier conducta que le parezca incorrecta. El litigo en contra de Brady se centró, finalmente, en la obsesión del comisionado por mantener esas facultades. Aun cuando las autoridades judiciales le hayan dado la razón, Roger Goodell terminó por romper la línea de comunicación con los jugadores y su sindicato, y no sería extraño que cuando llegue la hora de renegociar el contrato colectivo, éste caso termine cobrándole una elevada factura al polémico comisionado.
Tom Brady tiene su sitio asegurado en el Salón de la Fama y es el mejor QB de su generación. Aunque ya es un veterano de 39 años, su estado físico es envidiable, y de la mano de Bill Belichik todavía tendrá algunas oportunidades de ganar un quinto anillo de Súper Bowl. Sin embargo, este episodio manchó irremediablemente su reputación. Más allá de si sacó o no ventaja, o de si estuvo involucrado o no en lo sucedido antes del partido ante Indianápolis, Brady se negó a cooperar con las investigaciones e incluso destruyó un teléfono móvil que habría sido fundamental para aclarar su papel en lo acontecido aquella noche de enero del 2015. Brady se equivocó, y aun teniendo la posibilidad de limpiar su nombre, puso a miles de fanáticos a dudar sobre su honestidad y su respeto a las reglas.
Ahora bien, lo que es un hecho es que Tom Brady está enojado y a partir de hoy buscará quién pague los platos rotos. La última vez que la NFL castigo a los Patriotas, el equipo terminó invicto la campaña y se quedó a un paso de ganar el Súper Bowl. Bill Belichik, quien por cierto no ha salido raspado de este lamentable capítulo, sigue siendo el mejor entrenador de la liga y la mancuerna que conforma con su mariscal de campo titular es única. Nueva Inglaterra está en una "misión", y creo que sería un error apostar en su contra.
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