Qué hacer con un grito

Francisco Javier González
en CANCHA


A la FIFA le gusta tanto multar a la Federación, como a los mexicanos lanzar el grito de las cuatro letras.

Ya es cosa de todos los días. A cada mala calificación del niño que llega a su casa, un castigo; y a cada partido en el que se escuche el grito, una lana.

Pero además de eso, la ficha avanza una casilla cada vez. Y va a llegar al final del tablero, en el que la sanción ya es

el de jugar a puerta cerrada.

No se va a discutir aquí si el grito es agradable o no. Para los que se divierten con él y lo lanzan entre risas junto a su familia, está claro que les resultará gozoso. Otros más clásicos diremos que es, cuando menos, desafortunado y de pésimo gusto.

La pregunta que corresponde es cómo puede una Federación -o cualquier tipo de organismo según el entorno- acallar una expresión popular.

Una expresión que empezó como el juego de una moral laxa en una cultura que tiene ciertas características: transa, alburea, se mofa, hace "bullying" a la menor provocación y tiene un juego mental tan rápido y tan ácido, que a veces supera por su mayor gracia la célebre ironía inglesa.

Las campañas que la propia Federación ha realizado aceptando la diversidad, repudiando el grito e invitando a corregir, han servido para que las multas sean menores porque la FIFA considera un atenuante el propio intento. Sabe pues, que el organismo atiende el asunto.

¿Se atreverá el máximo organismo a jalar del gatillo la próxima vez y suspender al Tri en su primer partido eliminatorio?

La respuesta seguramente es positiva. Si los gritos de esta naturaleza lanzados en Canadá o en cualquier partido celebrado aún afuera de territorio nacional se acumulan a los antecedentes, es que en aras de las buenas costumbres, Infantino y su pandilla están dispuestos a todo.

El argumento que la Federación ha enviado al TAS es válido. La acepción de la palabra en español tiene seis significados en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y no todos tienen carácter homofóbico. Y el sustento del castigo es por el único significado que la palabra equivalente tiene en inglés.

¿Está mal que la Fede se defienda de algo que sale de su control? ¿Cuando ya ha realizado esas campañas? ¿Cuando técnicamente puede tener razón en su argumento lingüístico?

Más que una chapuza, se trata de un argumento. El TAS, que podría tener un criterio más amplio que el de la FIFA, tiene el balón en los pies.

Hasta que no pase de moda, la exclamación se seguirá escuchando. Mas aún, con la tentación muy humana de ignorar las prohibiciones.

El grito ya existe. La pregunta es qué hacemos con él.

 
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