El 'Cambalache' del futbol

Homero Fernández
en CANCHA


¡Qué inocente! Todavía hoy me ilusiono esperando los partidos como cuando era niño y los escuchaba en la radio imaginándome las grandes jugadas de los héroes de mi equipo. Ya me engañaban entonces, porque luego cuando crecí y llegó la televisión pude comprobar que las jugadas de vértigo que describía el cronista nada tenían que ver con la parsimoniosa realidad.

Lo mismo, cuando más grande

pude ir al estadio y como miles seguía cada detalle del partido con la radio pegada a la oreja. Comprobábamos "in situ" que nos mentían pero no importaba, era parte del ritual de cada domingo.

Cuando el deporte se vendió al negocio de la televisión primero y luego a las grandes firmas multinacionales, o a la tienda de la esquina según sea la dimensión del equipo, la inocencia siguió pagando peaje.

Los partidos arreglados para favorecer a los amigos o para perjudicar a los enemigos, con dinero de por medio o sin él, pasaron a formar parte del universo futbolero como la pelota, el tiro de esquina o la tarjeta roja.

No ha quedado mucho espacio donde la corrupción del dinero no haya invadido la cancha, por más que Maradona grabara en mármol que "la pelota no se mancha". Nadie le ha hecho caso, empezando por él.

Las violaciones sobran en las grandes Ligas donde el impacto mediático se multiplica. Hace unos años, por ejemplo, la Juve, "la gran signora del Calcio", perdió la categoría por hacer trampas en el torneo italiano.

Pero los arreglos también se denuncian en los barrios o en las Ligas de divisiones juveniles. Las trampas involucran a jugadores, entrenadores, árbitros y hasta padres de familia.

Las apuestas salieron de la clandestinidad y hoy son vendidas en la televisión con la seducción con la que se ofrecen los automóviles último modelo.

La decapitación por corrupción de la cúpula de FIFA, de la UEFA, de la Conmebol y otras confederaciones retrató crudamente al sistema global. Pocos se han salvado.

Los millones van y vienen de paraísos fiscales. El Barcelona, uno de los clubes más importantes del mundo, vive en los juzgados por procesos que le involucran directamente (caso Neymar) o indirectamente (caso Messi).

Esta semana, una investigación encubierta del diario inglés The Telegraph mostró al entrenador de la Selección, Sam Allardyce, pidiendo dinero para ayudar a un supuesto inversionista asiático a eludir los controles financieros en la contratación de jugadores.

La investigación puso nombres a una verdad silenciosa que circula por las canchas: hay entrenadores que piden su mordida, contratan a sus propios jugadores y les cobran por jugar.

Tengo ganas de cantar el tango "Cambalache" y con permiso del gran Discepolín entonarla a mi manera: "El futbol fue y será una porquería, ya lo sé..."
 
Pero no quiero perder la inocencia y ¡ya empieza el partido!

 
 
hfernandez@reforma.com
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