Gracias, señor Osorio

Francisco Javier González
en CANCHA


Decía una vieja y romántica película que no es lo mismo olvidar que perdonar.

Y José José cantaba que amar y querer no es igual.

Lo sucedido el martes en el Azteca con la Selección fue tan peculiar como nuestra forma de ser.

Un partido intrascendente en su resultado pero importante en cuanto al inicio de la sanación de las heridas, registró una más que razonable entrada

aderezada con una actitud de celebración.

El respetable aplaudía, coreaba y lanzaba olés al Tri, que respondía con titubeos dentro del terreno. Era difícil acertar algunos pases. O cerrarle los espacios para contragolpe a un equipo de postura mediocre y anti futbolera que desde la primera falta se dedicó a hacer tiempo.

Mientras México no sabía primero abrir al rival y luego anotarle, la impaciencia pobló la tribuna. Los aplausos se convirtieron en repudio.

Para cuando el Tri estaba encima y fallando goles de manera inverosímil, el grito contra Juan Carlos Osorio era unánime.

¿Qué se reflejará en la impaciencia de la gente con esa reacción? ¿Que no ha perdonado ni mucho menos olvidado el célebre y doloroso siete a cero? ¿Que no soporta a Osorio por esa derrota, porque quiere a un mexicano o porque piensa que las fallas de Lozano o de Moreno son culpa del entrenador?

Lo que sucede con la Selección es un acto reflejo: el director técnico es el recipiente de cualquier queja. ¿Pues no que el futbol sirve precisamente para desahogarnos?

No importa que sólo ha perdido un juego en su gestión -escandaloso pero uno- ni que el rival se haya encerrado todo el tiempo, ni que su delantera estaba llena de novicios tricolores por la epidemia de lesiones de "Chícharo", "Cepillo" y Raúl.

A la Selección se le quiere pero no se le ama cuando los abucheos le acompañan en los malos momentos. Difícil es experimentar algo parecido en otros países. Cosa de ellos que han de estar mal.

Como cada quien tiene su manera de ser, esto no es una crítica, sino un vistazo ante el espejo. Para los aficionados que abuchean y lanzan el grito maldecido ahora también en los tiros de esquina retando a la autoridad y la poca educación, para los técnicos que distraen sus malos momentos hablando de Osorio o para los colegas que enarbolan la bandera de la continuidad con cuya asta le pegan porrazos al técnico en turno.

Gracias a Juan Carlos Osorio por ser la aspirina del futbol mexicano. Alivia muchas carencias ajenas.

Y así sucesivamente hasta llegar al Mundial de 2050.

 
 
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