La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


El vendedor más grande del futbol
 
Desde niño, y a pesar de crecer entre fusiles y rifles, Jean-Marie amaba la pelota y deseaba jugar al futbol, el deporte que otros chicos de su barrio en Río de Janeiro practicaban con devoción.

Su padre, un comerciante de armas nacido en Bélgica, le restringió practicar ese deporte, por considerarlo sólo de los sectores populares.

Don

Jean Marie motivó al pequeño Joao a ser deportista, pero en la natación, incluso le alejó de practicar el tiro o el aficionarse a las armas, aún cuando eran el tema del sustento.

Ese joven Jean Marie Faustin Goedefroid de Havelange, mejor conocido en el mundo como Joao Havelange, fue inscrito en el Club Fluminense en donde se convirtió en un hábil nadador.

Tan competitivo que hasta representó a Brasil en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.

Luego lo hizo en waterpolo, en los Juegos de Helsinki 1952.

Como estudiante fue excelente y logró el doctorado en derecho, aunque su habilidad eran los negocios, la administración de los mismos y la creatividad para fomentar el crecimiento de proyectos y empresas.

Con 27 años de edad dirigió una compañía de autotransportes en Río de Janeiro.

Se retiró como deportista, pero su ascenso dentro del deporte se dio ya como joven dirigente al haber sido presidente del Fluminense, y tres años más tarde, titular de la Confederación Brasileña de deportes.

Por su habilidad para aprender idiomas, Havelange llegó incluso a ser miembro del Comité Olímpico Brasileño y desde 1963 miembro del Comité Olímpico Internacional.

Todo un políglota al hablar además del portugués, su lengua de origen, el inglés, el español, el francés y el italiano, cualidad que le ayudó a abrirse paso por el mundo en las organizaciones más poderosas.

"Ya que no pude jugar al futbol ni estar como entrenador cerca de una cancha, me di cuenta entonces que nací para administrar al futbol", expresó en 1972, cuando comenzó a contemplar la idea de hacer del balompié una empresa poderosa a nivel mundial.

Havelange tenía fascinación por un futbolista y no, no era Pelé, con quien incluso años más tarde tendría diferencias marcadas.

"Garrincha no fue tan destacado como debió haberlo sido, pero para mi fue un fenómeno, el mejor que he podido ver. Es un hombre que prácticamente generó con su talento la Copa del Mundo de 1958. Ese era Garrincha", confesaba en varias entrevistas.

 
VENDEDOR EN FIFA
 
En 1974 saltó a la cumbre de la FIFA con un discurso sencillo, pero que dejó muestra de lo que sería su distintivo.

"Soy un vendedor de un producto llamado futbol", dijo.

Havelange fue el primer presidente no europeo de la FIFA y el más duradero con 24 años al frente y con seis reelecciones.

Sus logros y decisiones eran incuestionables.

Al ser elegido presidente por primera vez, relató que al llegar a Zurich se encontró una sede muy lejana de lo que debía ser por el potencial del organismo.

"Cuando llegué me encontré una casa vieja, con dos perros, un gato, un par de campos y dos oficinas. Dije: 'Se necesita otra sede para la FIFA'. No había dinero, me dijeron, pero les respondí: 'Vamos a conseguirlo", recordó.

"Ya cuando me fui, dejé propiedades y contratos por valor de 4 mil millones. Tampoco está mal, ¿no?".

En su mandato, la FIFA como organismo registró un crecimiento del 30 por ciento y rebasó los 200 países como miembros.

"He acumulado 26 mil horas en el aire, el equivalente a tirarme tres años en un avión", confesó a una televisora brasileña.

"El único país que nunca visité fue Afganistán, porque no me dejaron entrar".

Tuvo influencia limitada en su primer Mundial (Argentina 1978), aunque la facilidad con que dejó operar a la Junta Militar que regía el país y las violaciones de derechos humanos perpetradas mientras el mundo veía la televisión, le generarían algunas antipatías en el mundo.

Al lograr alianzas con las empresas más importantes del momento, Havelange logró transformar al futbol de ser sólo un evento social y deportivo de cada cuatro años, a un lucrativo negocio que le elevaría su figura casi a la de un jefe de estado.

En épocas de elecciones, buscó el apoyo de las federaciones de países en subdesarrollo para obtener la mayoría.

Fue creador de los Mundiales de categorías jóvenes y del Mundial femenil, eventos que designaba a países nuevos y fuera de las zonas de Europa y Sudamérica.

Luego llegó su visión de sacar la Copa del Mundo de Europa y América, para llevarlo por primera vez a Asia con la Copa del 2002.

Incluso con una innovadora designación compartida para dos países como lo fue Corea y Japón.

Luego cristalizaría su sueño de llevarla a una región antes nunca imaginada.

"Cuando Nelson Mandela salió de la prisión y fue electo presidente de Sudáfrica, yo viajé dos días después que asumió el cargo a Johanesburgo para expresarle mi respeto, felicitarle por su lucha y decirle que la FIFA estaba a su disposición, para fortalecer la desaparición del Apartheid (política racista que privó en el país antes de su arribo al poder) y proponerle la idea de hacer una Copa del Mundo en África, la primera en ese continente", relató.

Así se dio la Copa de Sudáfrica 2010, pero para entonces ya había heredado el poder a Joseph Blatter, su mejor alumno.

"Él no necesitaba negociar, él sólo informaba la decisión", reveló Blatter años más tarde y antes de que las acusaciones de corrupción le cayeran encima y salpicaran a ambos.

 
DIFERENCIAS CON PELÉ
 
Su relación con Pelé se rompió después de que el ex futbolista criticara al yerno de Havelange, Ricardo Teixeira, quien en ese entonces era presidente de la Confederación Brasileña de Futbol.

Havelange desairó a Pelé al no invitarlo al sorteo del Mundial de Estados Unidos 1994.

Luego amenazó con suspender a Brasil de la FIFA después de que el ex astro, como ministro de Deportes de su país, diseñara un proyecto de ley que, en parte, tenía intenciones de cambiar la manera en que se manejaba el futbol.

Havelange decía que él lanzó la carrera de Pelé al asegurarse que el delantero fuera incluido en el plantel de Brasil en el Mundial de Suecia 1958.

"Siempre lo traté como un hijo. Agarren cualquier diario de aquel tiempo y verán que en 1958, cuando él tenía 17 años, yo fui duramente criticado por llevar a un niño a jugar al futbol", reveló durante su conflicto.

"Él se convirtió en el mejor jugador del mundo por lo que fue y como consecuencia de haber tenido cuatro años extra".

 
LA CORRUPCIÓN
 
A pesar de haber dejado el cargo en Blatter en 1998, en el 2013 el juez del Tribunal de Ética de la FIFA, calificó la actitud de Havelange de reprobable, al investigarle de enriquecimiento y sobornos a su favor por casi 50 millones de dólares.

Enriquecimiento de forma sostenida con comisiones provenientes de ISL, convertida en la compañía que comercializaba los jugosos derechos televisivos de los Mundiales.

El COI, en otra investigación, sólo le acusó de recibir un millón.

En el 2015 se desataría la cacería de directivos que pertenecían al Comité Ejecutivo de la FIFA y que habían sido apadrinados por Havelange para su ingreso.

Así cayeron Chuck Blazer y Jack Warner entre muchos otros del área de Concacaf, otros más de Conmebol, hasta que fueron destituidos y sometidos a investigación junto a Blatter, en una iniciativa encabezada por las autoridades de Estados Unidos. Era el fin de un modelo impuesto por Havelange.

 
JOAO Y MÉXICO
 
Un atractivo contrato comercial con la empresa Televisa para comprar producciones para comercializar en la televisión brasileña, fue una de las relaciones comerciales que Joao Havelange logró tras ceder la sede del Mundial de México 86 al país, tras la renuncia de Colombia para realizar el evento al considerar ventajoso el cuaderno de cargos.

"Havelange, desde siempre, mantuvo una actitud favorable a México. Convenció a las autoridades brasileñas de que rechazaran la candidatura y a Estados Unidos y Canadá los consideró como de poca tradición y carentes de estadios adecuados, dejando prácticamente a México como único aspirante.

"Y así, el 20 de mayo de 1983, México fue elegido como sede de la Copa", relató la revista Proceso sobre la elección.

Para la justa, Havelange aplicó su iniciativa de aumentar el número de participantes, de 16 a 24 equipos.

 
LOS OLÍMPICOS DE RÍO
 
La última gran labor de Havelange fue la de luchar como miembro del COI a conseguir la sede para realizar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro para el 2016.

Dejó el cargo al que renunció por aparentes problemas de salud, aunque en realidad evitó que una investigación sobre corrupción de gobiernos en su favor, llegara hasta el organismo internacional.

En el 2009, Río de Janeiro ganó el derecho a organizar los Juegos del 2016.

Un año antes, en los Olímpicos de Beijing 2008, Havelange reveló su ideal a la agencia Reuters.

"Mi sueño es tener los Juegos Olímpicos en mi ciudad en el año de mi cumpleaños número 100". "Espero verlo allí nuevamente".

Su familia no precisa si alcanzó a ver algo de la gran fiesta de Río. Su estado de salud ya estaba minado y al final de la primera semana de la justa, le sorprendió la muerte.

Tuvo un funeral discreto. Contrastante a la altura y poder que tuvo en vida.

 
 
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