Compromiso tricolor

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


La Selección Mexicana prolongó su perfecto paso eliminatorio... y se encargó de eliminar a la salvadoreña.

Con un primer tiempo gris y un segundo apenas aceptable, sin mayores dificultades, los tricolores dejaron plena constancia de la enorme distancia que los separa de la mayoría de sus adversarios concakafkianos.

Un partido para el que en términos generales se convocó a los

mejores futbolistas mexicanos disponibles; pero con algunas inadmisibles excepciones.

Porque la Selección Mexicana no es para probar jugadores, sino para que en ella jueguen quienes ya probaron ser los mejores.

Un principio tan elemental, una y otra vez es vulnerado por los técnicos en turno, quizá en el afán de hacer como que ellos ven cosas que nadie más puede ver.

Así, se empeñan en seleccionar en algunos casos a simples promesas o a pasadas trayectorias, pero no siempre a incuestionables realidades, como debería ser.

Claro que eso puede parecer lo de menos al encarar la parte final de un cuadrangular ya resuelto favorablemente, o al enfrentar como ayer al frágil cuadro salvadoreño.

Un débil adversario del que en realidad ya se sabe, desde antes de empezar cada eliminatoria, que no estará en la Copa del Mundo.

Sin embargo, más allá del simplismo de los números está el deteriorado prestigio del futbol mexicano, que sobre todo a su máximo representante le corresponde tratar de ir paulatinamente restañando.

Ese prestigio tan despiadada y chilenamente vapuleado hace unos meses, debe ser defendido y restaurado en cada partido del equipo tricolor.

Incluso ante los modestos salvadoreños de ayer, o ante los hondureños del próximo martes, casi clasificados para el hexagonal final.

Es ése el permanente compromiso tricolor... más o menos cumplido en su partido de ayer.

 
 
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