El caudillo consagrado

Francisco Javier González
en CANCHA


La escena culminante tiene en el centro de la pantalla al hombre destinado a ser inmortal... con el riesgo de que la gloria se le escapara de las manos.

Neymar se perfila para disparar el penalti decisivo.

Los once pasos que separan el balón de la meta parecen kilómetros.

El moderno hijo predilecto, elegido para firmar la gran historia, es el quinto tirador de

Brasil.

Cambia de ritmo, su carrera es casi un baile listo para implantar una moda si acierta y un reproche venenoso si falla...

Pese a que la cultura deportiva en Brasil es amplia -varias veces más grande que la nuestra por ejemplo-, la medalla de oro en futbol era la más bienvenida de todas.

En primer lugar porque nunca la había ganado, en segundo porque el rival fue Alemania, que les había metido siete goles con la Selección mayor en las Semifinales de su propio Mundial en 2014 y en tercero porque los triunfos de Neymar en el Barcelona no son tan importantes para el bautismo añorado de ser el líder de un Brasil campeón.

Para un país sumido en una tremenda crisis de credibilidad, con índices bajos de autoestima y un público entregado a la esperanza de reconquistar cosas perdidas, Neymar había entregado un primer regalo a los 15 minutos: el golazo de tiro libre que entró por una horquilla de la portería alemana.

Así como a los 16 segundos del partido contra Honduras en la Semifinal ya había marcado uno que aderezó con un penal cuando la masacre catracha ya lo era por demolición, el "10" que lo volvió a distinguir en la espalda respaldó su liderazgo.

La duda que ha acompañado a Neymar durante mucho tiempo es la capacidad de ejercer esa influencia en sus compañeros. En el Mundial, una entrada artera que le dejó fuera del campo a medio camino, en la Final de Londres contra el México, fue intrascendente. Algunos habrán olvidado que estaba ahí, así que en la disputa por el oro, tenía que asumir su papel y lo hizo.

Metió ese penal decisivo, movió a su equipo pese al sufrimiento de algunos lapsos y ganó.

Aunque salió de zona mixta sin hablar con la prensa porque el ser humano no acepta la crítica aunque a veces sea merecida -dos empates a cero iniciales ante rivales de dudosa calidad- Neymar y Brasil dieron la alegría que necesitaba el pueblo.

No fue en su Mundial pero sí en sus Juegos con la diferencia de nivel entre una cosa y otra.

Pero como los inmortales tienen que sumar títulos, Neymar dio un paso hacia ello.

Fue decisivo para atrapar al fantasma que perseguía en casa al futbol brasileño.
 
 
 
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