Considero vergonzosa la derrota de Monterrey en la Concachampions frente al humilde equipo Árabe Unido.
Cuando se gana a equipos de bajo perfil es normal que se minimice tal conquista, siempre digo que es como pelearse con un borracho. Si le ganas eres un cobarde pero si pierdes eres un...
Por otro lado, se entiende y se reconoce la importancia de quedarse con los 3 puntos y con
ellos tener los agregados como una mejoría en el estado anímico y el crecimiento de la confianza, cosa que no sucedió.
Se perdió de una manera inesperada, muy merecida y contundente. El visitante paseó la pelota a su antojo mientras los Rayados miraban pasivamente cómo el hambre, el deseo, el orden y la unión en un limitado equipo puede hacer tanto daño a la soberbia del otro.
Una derrota que deberá hacer que cada jugador rayado haga una autocrítica y reflexione el porqué han perdido, en apenas dos meses, aquella esencia que hacía de ellos un equipo que buscaba la grandeza y la excelencia en cada jugada, en cada partido.
Después de la espantosa presentación sobre el césped de la cancha del BBVA se pusieron el traje de torero y driblaron a la prensa en la zona mixta, pero ya era tarde, esas fintas y amagues desconcertantes deberían haberlas hecho en la cancha.
Señores, la prensa no es culpable de su pobre actitud y tampoco de su enorme soberbia.
Mohamed dijo que es muy difícil motivar a sus pupilos frente a adversarios débiles y tal vez yo lo pueda ayudar un poquito a que sus jugadores hagan conciencia.
No hay mejor motivación que la de estar ahí, dentro de la cancha divirtiéndose y siendo muy bien remunerado por ello.
Muchachos, aprovechen y disfruten cada minuto del juego sin importar si es un amistoso o una Final porque, en una carrera tan corta y con tantos riesgos, nunca se sabe cuál minuto será el de la gloria y cuál será el último.
Mañana estarás sentado en la silla de una oficina, frente a una cámara de televisión o en un bar con un amigo viendo el futbol, recordando lo que sentiste, con ganas y la imposibilidad de repetirlo, arrepentido de lo que dejaste de hacer, agradecido por tus logros y sabedor de que en algunas derrotas pudiste haber dado un poco más.
En algún momento de tu vida, fuera de las canchas, entenderás que las muchas horas de trabajo aquí en el mundo real jamás te darán lo que esos minutos perdidos te podrían dar.
No hay una motivación mayor que este regalo que Dios te dio, el de tener el don para jugar al futbol.
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